Orlando furioso, tomo I

Con triunfal pompa y con solemne fiesta
son recibidos en París, que bulle
de enramadas floridas y guirnaldas,
con las calles cubiertas de tapices;
desde ricas ventanas y balcones,
a manos llenas damas y doncellas
arrojan a los bravos vencedores
una lluvia de hierbas y de flores.

Con intención de honrar a los que fueron
la columna mayor del santo Imperio,
ordenó a la nobleza de su reino
que acudiese al Saona a recibirlos.
Carlos salió después con su cortejo
más selecto de reyes y de duques,
seguido de su esposa, acompañada
de sus doncellas nobles y galanas.

En pobres casas, bajo humildes techos,
en las calamidades y las cuitas
suelen trabarse más las amistades
que en las codiciadísimas riquezas,
rodeadas de insidias y sospechas,
de las cortes reales y palacios,
donde ya está la caridad extinta
y no hay más amistad que la fingida.

tú sólo estás, mas mi dolor no es ólo
mío, pues son partícipes Italia
y los reinos de Francia y Alemania.
¡Oh cuánto, cuánto llorará mi tío!
¡Cuánto te llorarán los paladines!
¡Cuánto el Imperio y la cristiana Iglesia,
porque han perdido su mayor defensa!

Y aunque el hado cruel y el mismo cielo
hubiesen sido adversos, por lo menos
te habría dado los postreros besos
y bañado de lágrimas el rostro;
y antes de que los ángeles santísimos
le llevasen de vuelta a Dios tu espíritu,
le diría: Ve en paz, alma querida,
que donde vayas tú, yo iré enseguida.

Dijo Melisa: "Voy a darte un vaso
dotado de virtud rara y extraña;
lo hizo Morgana para que su hermano
conociera el engaño de Ginebra.
Quien tiene honesta esposa, beber puede,
pero no em que la tiene casquivana,
pues al llevarlo hacia la boca, entero
se vierte todo el vino por el pecho..."

Hay maridos que sufren grandes celos
siendo castas y buenas sus mujeres,
y otros que están seguros y contentos
y sacan grandes cuernos de paseo.

Después maldijo y acusó a Melisa
y al oráculo aquel que en la caverna
la indujo falsamente a sumergirse
en el mar de amor para ahogarse.
Después siguió quejándose a Marfisa
de la palabra rota por su hermano:
con ella gime, grita, se desfoga
y le pide su ayuda mientras llora.

Bien se vio que salió del más valiente
guerrero, el más audaz del universo,
el golpe que dio muerte al más osado
rey y señor de todos los paganos.

La tempestad cruel y procelosa
por todas partes lanza fiero asalto.
Unas veces el mar sube tan alto,
que parece llegar al mismo cielo.
Otras veces cabalgan sobre el agua
y creen ver al fondo el mismo infierno.
Ningún consuelo ni esperanza sienten:
presente está la inevitable muerte.