Orlando furioso, tomo I

Por las funestas puertas se veía
salir cargados a los vencedores
con bellos jarros y con ricas prendas,
con joyas rapiñadas a los dioses,
y hasta con niños y dolientes madres;
hubo mil actos viles, mil estupros...
El duque inglés y Orlando se enteraron,
pero no consiguieron evitarlo.

Cuando Orlando volvió a su ser primero,
mucho más sabio y más viril que nunca,
fue juntamente del amor librado,
y aquella a la que había amado tanto
y tan bella y gentil le parecía,
por cosa vil la reputaba ahora.
Ahora es todo su afán y su esperanza
recobrar lo que amor le arrebatara.

Ochenta mil y ciento dos infantes
trocó Astolfo en un día en caballeros.
África entera recorrió con ellos,
saqueando y haciendo prisioneros.

¿Y otra mujer ha de besar tan bellos
y dulces labios, cuando yo no puedo?
No voy a consentir que otra te tenga,
pues de otra no serás, si no eres mío.
Porque antes que morir rabiando y sola,
deseo que tú mueras por mi mano,
porque así, aunque te pierda, en el infierno
vendrás a ser mi compañero eterno.

Pintó triunfante a Agamenón Homero
y a los troyanos viles y apocados,
y a Penélope, fiel a su marido,
sufriendo mil ultrajes de los procos.
Pero si quieres la verdad desnuda,
entonces vuelve del revés la historia:
Grecia vencida, Troya vencedora
y en fin, que fue Penélope una zorra.

Hay suspiros y lágrimas de amantes,
el tiempo inútil que al jugar perdemos,
el ocio de los hombres ignorantes,
vanos designios nunca realizados;
abundan tanto los deseos vanos,
que ocipan buena parte del espacio.
En fin, cuanto perdisteis aquí abajo,
si subieseis podríais encontrarlo.

Atraviesam el círculo de fuego
y siguen hacia el reino de la luna,
y ven que aquel lugar es casi todo
como bruñido acero inmaculado

Y vuestro Orlando da al Señor un pago
inicuo por tan grandes beneficios,
pues ha desamparado a los cristianos
cuando se hallaban más necesitados.
Porque el impuro amor de una pagana
lo ha cegado hasta el punto de inducirlo
varias veces al acto cruel e impío
de intentar dar la muerte a su fiel primo.

Vuestro Orlando, a quien Dios al nacer diera
sumo poder con suma valentía,
y virtud sobrehumana que lo hacía
invulnerable al hierro de la espada,
con el objeto de que defendiera
su santa fe, como hizo antiguamente
con Sansón, que venció a los filisteos
para la salvación de los hebreos

Puesto que las mujeres son más crédulas,
merece mayor mal quien las engaña.