De manera que en nada hallaba descaso, salvo en la muerte, que yo también para mí, como para los otros, deseaba algunas veces; más no la veía, aunque estaba siempre en mí.
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De manera que en nada hallaba descaso, salvo en la muerte, que yo también para mí, como para los otros, deseaba algunas veces; más no la veía, aunque estaba siempre en mí.
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No nos maravillemos de un clérigo ni fraile porque el uno hurta de los pobres, y el otro de casa, para sus devotas y para ayuda de otro tanto.
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¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!
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!Oh, Señor mío -dije yo entonces-, a cuánta miseria y fortuna y desastres estamos puestos los nascidos y cuán poco turan los placeres desta nuestra trabajosa vida! Pág. 38. |
Y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz la hambre, pues dicen que el ingenio con ella se avisa, y al contrario con la hartura, y así era por cierto en mí. Pág. 39. |
!Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se veen a sí mesmos! Pág. 14. |
Y a este propósito dice Plinio que “no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena”; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come otro se pierde por ello, y así vemos cosas tenidas en poco de algunos que de otros no lo son. Pág. 11. |
Consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y más remando salieron a buen puerto.
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A cuánta miseria y fortuna y desastres estaremos puestos los nacidos, y cuán poco duran los placeres de esta nuestra trabajosa vida.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises