Sobre la belleza

Simone Weil, la autora, en esta recopilación de sus textos filosóficos sobre la belleza, hecha por Pau Matheu Ribera, nos la presenta en relación con todos los aspectos de la vida y la Naturaleza.
Así, en primer lugar, hay que destacar la gran importancia que tiene para ella la Religión y Dios como centro de todo lo bello y perfecto que existe en el mundo, y fin último al que debemos aspirar. Es este planteamiento el que rige todo su pensamiento dedicado a lo que se considera, debe considerarse, bello y perfecto. Es más, incluso vincula el poder ser consciente de toda la Belleza que nos rodea, a poder ser o estar tocado por la mano divina.
En este sentido, como lectores intuimos que en cierta medida es hija de la educación imperante en su época y la todavía influyente mano de la Iglesia en la sociedad de entreguerras del siglo XX.
Asimismo, también nos incita a pensar en que para lograr llegar a vislumbrar la Belleza en plenitud debemos haber pasado antes por situaciones adversas en la vida, las cuales hacen que sepamos disfrutarla más y distinguirla mejor. En este caso, la equipara a la felicidad. Viniendo a expresar que la Belleza está en las pequeñas cosas.
Por otro lado, también critica a la Sociedad de la época, y a la clase política, por hacer creer que, bajo el orden establecido en la forma de dictadura, se puede a copiar el perfecto engranaje de la Naturaleza y el Universo. Así como intenta evangelizar sobre lo problemático que es vivir bajo los designios y anhelos de la colectividad en lugar de buscar el bien personal para conseguir el global.
Aunque en cierta medida da voz a los futuros problemas económicos y sociales que tendrá la Sociedad Capitalista, su insistencia en deber imitar a Dios es difícilmente comprensible para alguien nacida en el siglo XX, ya que también dice que todo logra científico es gracias a la acción divina.
Personalmente, me ha dado a conocer a una filósofa de la que no había escuchado. Y, aunque asocia todo lo bello que puede existir gracias a Dios, también tiene ideas interesantes. Es una lectura demasiado densa, pero, no obstante, es recomendable para los amantes de la Filosofía.

Empezaré esta reseña diciendo que el libro me ha decepcionado. Nunca había leído nada de esta autora, aunque conocía algo su vida. Como persona que participó en movimientos obreros y en luchas sindicales esperaba encontrar cierta tendencia o que, al menos, la autora tendiera hacía cierto pensamiento. Antes de entrar en más detalle en el argumento del libro, me gustaría señalar que éste es un libro de filosofía y, aunque es sencillo si tienes nociones de filosofía o estás acostumbrado a leer filosofía, antes tienes que conocer a autores como Kant, Platón, etc.
Aunque es cierto que este libro no trata de política, al menos no al principio, sino que, con leer el titulo, puedes intuir que va a tirar más hacía una filosofía estética o reflexionará sobre la belleza o el arte.
Mi problema principal radica en que yo pensaba que la autora tiraría por un lado y se ha ido por el contrario. al principio juega con la idea kantiana de la belleza y la lleva a su terreno por lo que el principio me gustó y pensé que el libro prometía. Sin embargo, casi desde el principio basa todos sus argumentos y construye toda su línea argumental basándose y aceptando la idea de Dios. Divide el mundo en dos, lo real y el divino y lo que no está aquí está allí. No necesita argumentar nada ya que todo lo que no puede explicar lo manda a ese otro mundo. Desde luego, este libro no es para mí ya que a mi no me vale el argumento de Dios todo lo es y todo lo hace.
Además, hay puntos en los que me molesta esa actitud ya que considero que tiene tesis muy interesantes y con gran fuerza como la idea de que no existe la finalidad en el mundo, sin embargo, la autora poco después sostiene que sí existe esa finalidad en Dios.
En conclusión, el libro me ha decepcionado porque, por un lado, no esperaba encontrar un libro religioso en el que en ocasiones me sentía en catequesis y, por otro lado, me hubiera gustado que la autora se hubiera atrevido a más, que hubiera sido capaz de aceptar la realidad y la implicación de las ideas que proponía y no escudarse en Dios.

Este libro me ha planteado ciertos retos, y no ha resultado ser una lectura fácil. En él se recogen fragmentos de la obra de Simone Weil que tienen como eje central la belleza. El primer desafío para mi ha sido el de leer textos aislados y descontextualizados de una obra particular. El segundo, el punto de abstracción vinculado relacionado con el misticismo y la religión, que yo no he logrado aprehender. Aunque diría que he entendido la mayor parte de los mensajes al respecto, no he logrado darles un sentido, comprender verdaderamente lo que significan y representan. Asimismo creo que estos dos desafíos se han alimentado mutuamente.
Por otro lado, el tema de la belleza como idea y concepto abstracto me interesa mucho, pues siempre he pensado que existe una noción de belleza que supera sin duda (y quizá que poco tiene que ver realmente) con el plano estético, y más que ver con una idea de plenitud, de honestidad, de bondad y de autenticidad. En este ensayo he encontrado muchas cuestiones que han completado mi idea acerca de la belleza, y esto es lo que más valoro de esta lectura, el haber podido “dialogar”, en cierta manera con las ideas de la filósofa y tratar de situarlas en mis propios esquemas y experiencias. Las reflexiones de Weil, además, muestran los vínculos entre la belleza y otros conceptos y nociones fundamentales en la vida humana (la justicia, la verdad,…), otorgándole un marco mucho más amplio a mis nociones previas.
No ha sido la primera vez que he leído a la filósofa pero en esta ocasión y pese a mi interés por ella y por el tema que se trataba en este libro, me ha resultado un verdadero desafío.