Las arenas cantarinas

Aunque parece ser que #nohayveranosinjosephinetey , para mí es el primer verano en su compañía. En su quinto y último caso he tenido el placer de conocer al elegante inspector Alan Grant, porque esta fue la última novela que escribió Josephine Tey y que no pudo ver publicada antes de morir ese mismo año.

El género detectivesco nunca me ha gustado demasiado y en mi escasa experiencia en él diría que estamos ante lo que ahora se le llama cozy mystery. Su estilo pausado, con preciosas descripciones que crean una magnífica ambientación, muy british todo, me ha llevado a mi querida Escocia. Con un viaje en tren a las Highlands y un hombre muerto en uno de los vagones, arranca la acción.

Grant se dirige a casa de unos familiares para pasar unos días de descanso por recomendación médica debido al estrés laboral al que se ha visto sometido últimamente, pero su vocación e instinto detectivesco lo llevarán a investigar esa muerte misteriosa.

Me ha sorprendido su estilo narrativo, pausado pero muy actual, con unos personajes muy bien construidos. Una novela llena de buenas reflexiones, interesantes datos históricos y culturales, más allá de la mera investigación. Aspectos que me han parecido muy enriquecedores y que le dan a un relato de misterio un plus que lo tiene todo para poder disfrutar de esta historia. Pero, a un libro de misterio también le pido que me enganche, que lo que se va a investigar me interese, y no ha sido así. Me ha parecido una lectura agradable, pero sin más.

Aunque haya aspectos que no me han convencido quiero pensar que ha sido porque no he conectado con este caso en concreto, pero la escritura de Josephine Tey sí me ha gustado y no descarto probar con otro de sus libros y darle otra oportunidad a esta autora de la que sólo oigo buenas críticas.

Novela leída en el Club de lectura de la librería ambulante.

De la misma autora había leído El hombre en la cola por lo que ya conocía al inspector Alan Grant. También venía preparado para su narrativa pausada.

En la gran mayoría de las novelas actuales se busca un ritmo endiablado. En Las arenas cantarinas hay un muerto, unos versos incompletos, un misterio y una investigación/obsesión en la que destacan los diálogos interiores de su protagonista, pero todo discurre con parsimonia. Ante todo mucha calma.

Está bien resuelta y se escribió en 1936. 4 estrellas cantarinas.

Tenía ganas de leer algún libro de esta serie, hace mucho que tengo en mi lista "Un chelín para velas", así que lo empecé con muchas ganas. A ratos me recordaba una novela de Ágata Christie, a ratos un capítulo de "Se ha escrito un crimen", a ratos algo completamente diferente.

Me ha encantado toda la historia, las descripciones de los paisajes, de los personajes, ese humor británico tan ácido y peculiar....

Sin embargo, tengo sentimientos encontrados, porque lo que menos me interesó de todo el libro fue el caso que investiga el inspector Grant. Y ese final.... Me pareció que estaba cogido con pinzas...pero con muchas pinzas!!!!

Al final, me gustó como lectura ligerita de verano y para salirme un poco de los dramones a los que estoy acostumbrada.

No sé si volveré a leer un caso del inspector Grant. ¿Quizá el verano que viene?

Se trata de una novela de misterio donde el protagonista, el inspector Alan Grant tiene que resolver el presunto asesinato de un joven que aparece muerto en un tren en el que ambos viajaban. (No cuento más para no hacer spoiler).

Calificaría esta novela de cozy mystery ya que, aunque la persona que resuelve el crimen es experta en ello, no hay violencia explícita ni ambientes lúgubres. Por el contrario, se desarrolla en paisajes idílicos con climas relajados. Además, incluso hay algo de humor en algunas escenas.

La autora utiliza la novela para mostrarnos la política escocesa de mediados de siglo XX, cuando se desarrolla un fuerte sentimiento nacionalista que ve a Reino Unido como opresor y surgen fuertes movimientos independentistas (aunque todo esto no era nuevo).

Me ha gustado mucho porque no es la típica novela de detectives sino que nos muestra parte de la cultura e ideología escocesa, además de descripciones increíbles de los paisajes. Si os gusta Escocia, os lo recomiendo mucho.

En este último caso Alan Grant, en medio de una crisis nerviosa que le obliga a colgar la placa, coge un tren a Escocia para pescar y alojarse con su prima Laura y su familia. En ese tren alguien muere, ¿cómo no? Los ingleses y sus trenes. La cosa le obsesiona, unos versos a mano en un periódico del joven fallecido y Grant viaja hasta las mismas Hébridas siguiendo:
“Las bestias que hablan
los arroyos que se estancan
las piedras que caminan
las arenas cantarinas …”

Y ya tenemos a Alan desplegando su intelecto, su elegancia y sus genialidades. Una se enamora, es lo que toca, y de paso me divierto un montón.

Otro éxito de Josephine Tey, la pena es que acaben.