El ejército iluminado, de David Toscana. “El ejército iluminado” es una novela inolvidable. El absurdo del antiyanquismo cobra su máxima expresión en un pequeño grupo de niños que se hacen llamar “El ejército iluminado”, y cuyos integrantes sueñan con dar a México un hermoso presente, la travesía que habrá de situarlos como los últimos héroes de nuestra patria al recuperar el estado de Texas arrebatado por los gringos en las postrimerías del siglo XIX. Es emotiva. Ubaldo, el gordo Comodoro cuya posición se vuelve harto incómoda, el “cerillo” cuya llama presencial se vuelve necesaria, la tierna Azucena y el “Milagro”, comandados por Ignacio Matus, todos ellos alumnos de primaria, formarán “El ejército iluminado”. Es entrañable. Ignacio Matus, ya adulto, mostrando su fiero antiyanquismo hasta en las olimpiadas de 1968, impidiendo, en solitario, extraoficial, que un norteamericano gane la medalla de bronce. Corriendo acá, en el norte de México, bajo un clima agotador de 40°, con cronómetro y todo, sin más público que uno de sus más fieles amigos. Y otra vez David Toscana tendiendo redes hacia otras obras mediante los sitios, los lugares y las calles: Cerro del obispado, calle Degollado 467 sur, el bar Lontananza. Ha trascendido en la prensa estatal que “El ejército iluminado” tuvo como fuente de inspiración un instituto que atendía a niños con retraso mental, en cuya visión se inspiró el autor cuando vivió en Berlín, disfrutando de una beca del Berliner Kunstler Programm. Recientemente, su obra también ha sido traducida al eslovaco, portugués, serbio y sueco. + Leer más |