El ejército iluminado de David Toscana
Corre, Matus, vuela, porque el negro de Tanzania te pisa los talones, y el negro entelerido de Tanzania pesa toneladas y ruge y lanza chirridos y humo negro como su piel; corre, Matus, es lo menos que puedes hacer porque Azucena está encerrada en su cuarto y Ubaldo ahora dibuja muertos y el Milagro grita ocho por once 42, siempre 42, tu eterna distancia, la distancia del hombre; y corre, Matus, porque Cerillo duerme inmóvil vestido de blanco junto a una madre sollozante, y ya no babea, se ha convertido en la pieza blanca que Comodoro saca en el momento justo para ganar la partida.
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