La Débâcle de Émile Zola
Él alimentaba un gran rencor desde que había sabido lo de Froeschwiller; tenía la conmoción de cada una de las derrotas, el cerebro debilitado por tantos días como había pasado sin comer y sin dormir; casi no sabía si vivía; y la idea de que tantos sufrimientos tendrían por término otra catástrofe irremediable, le enloquecía
|