La Débâcle de Émile Zola
El 3 de Setiembre; las esperanzas destruidas, la capital ignorándolo todo, confiada, abatida con aquel golpe cruel del destino, los gritos de: ¡Dimisión!, ¡dimsiión! repercutiendo desde aquella tarde por los bulevares, la corta y lúgubre sesión de noche de la Cámara de Diputados, donde Julio Favre había leído aquella proposición de expulsión reclamada por el pueblo
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