Me llevó un mes leer este libro y, teniendo en cuenta que mi promedio de lectura es de dos a tres días por libro, eso ya es decir mucho. Había tantos comentarios positivos por todos lados, gritando lo increíble que es este libro, que mis expectativas estaban por los cielos. Pero me encontré con una narración lenta, pausada y repetitiva, que llegó a parecerme aburrida por momentos.
La historia —su idea—, me gustó: habla sobre la vida, sobre la muerte, sobre la soledad. No así la forma en la que está contada. No fui muy fan de la escritura de V.E. Schwab, es la primera vez que la leo y vi opiniones diciendo que es de sus mejores libros (bueno, le llevó diez años darle forma), pero aparentemente no es para mi. Hay un uso indiscriminado de recursos poéticos, un excedente de rimas incrustadas en la prosa, palabras rimbombantes que muchas veces no guardaban sentido con lo que las rodeaba. Ah, y creo que leí la palabra «palimpsestos» al menos una vez cada dos carillas.
Llegó un momento en el que las repeticiones me hicieron cerrar el libro y no seguirlo en todo el día. Sí, están allí a propósito para remarcar el dolor de Addie y etc., pero... no. Interesante comienzo e interesante final, y nada más. Todo el bloque del medio (unas 350 páginas) parece vagar sin rumbo fijo. Una y otra vez sucede lo mismo, ¡y hasta está escrito con las mismas palabras! Cuando ya la tercera persona no recuerda a Addie, la interacción con personas random se vuelve aburrida y predecible, porque ya entendimos el concepto, no hay sorpresas y se pierde el impacto. ¿Cuántos idénticos encuentros de aniversarios entre ella y Luc leí? Entiendo que se resalta esto para que luego quede bien delimitado el cambio de estrategia de Luc. Pero no era necesario hacerlo TANTO. Un poco más de fe en el lector, por favor.
Los recursos del estilo: «con el tiempo pasará tal cosa pero ahora no viene al caso» (y luego nunca se retoma el tema), «no será hasta más tarde que tal otra cosa» (y tampoco se retoma en ninguna parte); están exageradamente utilizados. Sentí que se me repitió unas treinta veces que Addie nunca fue capaz de aferrarse a nada, excepto por la chaqueta y el anillo. YA ENTENDÍ, no necesito leerlo tanto para poder recordarlo en el momento que sea necesario.
Yendo a los personajes principales... Henry, meh. Me pareció demasiado infantil y soso. No me voy a meter con el tema de su depresión y ansiedad porque, a pesar de que empaticé con él, sentí que no estaba llevado a cabo del todo correctamente.
Me identifiqué con Addie, estoy casi segura de que si yo hubiese estado en su lugar, habría hecho el mismo trato con la oscuridad. Hay tanto por ver en el mundo y tan poco tiempo para hacerlo. Es increíble cómo pasa de que en un principio su emoción sea por las grandes cosas (ver elefantes o tigres), a que, con el transcurso del tiempo, lo que le produce verdadera felicidad son los simples detalles (una buena comida, las estrellas, la nieve). Pero eso no quiere decir que su personaje tenga un gran crecimiento. Después de haber vivido trescientos años —y varias guerras incluidas—, su único leitmotiv continúa siendo que la recuerden.
El romance entre estos personajes también es algo pesado, y un poco absurdo. El nivel que ambos manejan de observarse el propio ombligo es densísimo. Como dije, lo único que Addie quiere es ser recordada, y principalmente por eso se engancha a Henry. Si me preguntan (lo se, nadie me preguntó), es algo terriblemente egoísta y narcisista.
Y Luc es un personajes fascinante, mi antagonista favorito. Me hubiese gustado poder ahondar más en todo él, pero puedo decir que por algo las dos últimas partes del libro fueron las que más disfruté. Ma cautivó su oscuridad y su astucia. No voy a mentir, shippee a Addie con Luc más temprano que tarde, no solo como amantes sino también como amigos.
«—Dine with me —Luc says as winter gives way to spring.
—Dance with me —he says as a new year begins.
—Be with me —he says, at last, as one decade slips into the next».
Por último, ¿en trescientos años solo conoció Europa y América del Norte? Si no recuerdo mal, nombra al azar algunas ciudades de otros sitios, pero pareciera que el resto de los continentes no existen en el mapa de Addie (WPP). Está claro que al principio era imposible moverse por el mundo pero, ¿en los últimos años? Su vida podría haber sido mucho más grandilocuente de lo que realmente fue.
«A story is an idea, wild as a weed, springing up wherever it is planted».
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