La vida invisible de Addie Larue

Si vivieras prisionera de una existencia en la que sientes que no encajas, a punto de ser arrojada por tu familia al abismo del matrimonio sin amor... ¿no buscarías desesperadamente una salida? Y si escapar de esa vida, además, incluye, como premio, la eternidad, poco puede importar el precio que pagas por ese pacto con un demonio más atractivo e irresistible que el de Goethe o Calderón. A este diablo, retorcido y complejo, una lo invocaría una y mil veces, para caminar juntos, a través de los siglos, en la más absoluta oscuridad. Hasta que el tedio nos devorara. Si es que existiera esa posibilidad.

Porque La vida invisible de Addie LaRue (2020), de V. E. Schwab parte de la tópica venta del alma y de sus consecuencias, que siempre las tiene, en este caso, la imposibilidad de ser recordada, que atormenta a la protagonista mientras avanza de cama en cama, despertando al lado de amantes que no tienen ni idea de quien es la chica de las siete pecas que yace a su lado. Destellos de Addie aparecen aquí y allá: en obras de arte, cerca de los ilustrados, al lado de un Beethoven que se desvanece, con un Sinatra en pleno éxito. Ella, que lo pudo vivir todo, haciendo uso de su eternidad, deja que los días se le escapen entre los dedos, sin que a penas le sucedan acontecimientos que la empujen fuera de esa burbuja.

Entonces aparece Henry. Y resulta que se ha dado de bruces con la pieza con la que podría encajar. Henry la recuerda. ¿Cómo puede ser esto posible? Obviamente, nada queda al azar cuando uno de los jugadores es el demonio. Cuando ya hace cientos de años que sabe que Addie forma parte de él, de sus tinieblas. Y está dispuesto a lo que sea para demostrarle que su humanidad ya no es tal. Y que está lista para deambular a través de los siglos de su mano. ¿Lo conseguirá?
Enlace: https://www.instagram.com/mi..