Sylvia Plath, escritora estadounidense del siglo XX, escribió este relato durante sus años universitarios. El personaje de Mary, está basado en una de sus compañeros del instituto.
En un primer intento de la autora por publicarlo fue rechazado. Su insistencia en ser dado a conocer al público la llevó a modificarlo en reiteradas ocasiones, sin embargo para las editoriales y revistas del momento nunca fue lo suficientemente bueno para ser presentado bajo su sello. Es por ello, que durante años, el relato había estado oculto en las sombras, hasta que Penguin Random House, decidió sacarlo a la luz de forma inédita, ilustrado por la mano de Mònica Benet, y con un epílogo aclaratorio de Mariana Enríquez.
Antes de iniciar con los comentarios del cuento mencionaré que las ilustraciones son sencillas, los personajes no tienen rostros y predominan las figuras geométricas. La ilustradora crea una fusión entre el geometrismo y el cubismo, jugando con los planos, con los que da protagonismo a las figuras a destacar, y los colores, entre los cuales destacan el azul, negro, rojo y amarillo pálido.
La forma de escribir de Plath es auténtica y concisa, predominan las frases cortas, impactantes, con un vocabulario rico y descripciones detalladas.
Uno de los temas que más explota la autora durante la narración es la naturaleza, sus cambios y colores, los cuales dan ambiente y transmiten emociones tanto al lector como a Mary, otorgándole al cuento un toque poético.
La historia está cubierta de un halo de misterio e intriga. Los personajes, que van a apareciendo de forma efímera durante el transcurso del relato, son peculiares en cuanto a comportamientos camuflados en la cotidianidad. Así mismo, las interacciones que mantienen algunos de ellos hacen que el lector se sienta confundido y, a su vez, elucubre teorías sobre el desenlace.
Las metáforas y la simbología son factores que predominan en la narración; el viaje, el destino, los pasajeros… todos ellos contienen connotaciones y referencias sobre algo más trascendental. Es justo decir que si el lector, a priori, es incapaz de descifrarlo, Mariana Enríquez, lo ayudará al finalizar la lectura.
Claramente el cuento, mediante una trama sencilla e inquietante que incluye rasgos fantásticos, es una alegoría a la vida. Toca temas como la muerte, algo muy común en los textos de Plath, el sentido de la existencia, las influencias externas y el fin de la juventud, entre otros. Todo ello, refleja implícitamente las inquietudes y desordenes mentales que persiguieron a la autora hasta el final de sus días.
Considero que este tipo de relatos tan complejos, profundos y significativos deben ser leídos varias veces para alcanzar una comprensión óptima del mismo, y aún así, siempre se quedará algún cabo suelto. Sin embargo, los amantes de Plath saben que comprender completamente una mente inquieta como era la suya es un reto casi imposible de conseguir.
En conclusión, es un privilegio poder leer este relato y aprender más sobre las obras de Sylvia Plath, la cual a pesar de no ser una autora sencilla es sumamente placentera de leer, pues dentro de sus escritos se esconde un mundo tumultuoso y lleno de mensajes que, de forma inconsciente, todos compartimos o lo hemos hecho alguna vez. Recomiendo muchísimo la lectura este cuento breve pero intenso.
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