Ciertas cosas oscuras de Silvia Moreno-García
-No importa lo que ella piense de mi -dijo Domingo-. Lo que importa es que me ha enviado y necesita una respuesta, así que deje de intentar asustarme, no me voy a asustar. Entonces qué me dice?
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Ciertas cosas oscuras de Silvia Moreno-García
-No importa lo que ella piense de mi -dijo Domingo-. Lo que importa es que me ha enviado y necesita una respuesta, así que deje de intentar asustarme, no me voy a asustar. Entonces qué me dice?
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Ciertas cosas oscuras de Silvia Moreno-García
-La faz de todas las cosas terrenales en determinado momento es el sacrificio -continuó Atl-. Los códices muestras a nobles y mujeres perforando sus lenguas, labios y genitales. Sacando sangre con trozos de hueso y espinas de maguey, porque nos ofrecemos al universo y a los demás. Solo podemos pagar nuestras deudas con sangre. El regalo supremo es siempre la sangre.
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Gótico de Silvia Moreno-García
La casa pareció saltar desde la niebla para recibirlos con brazos ansiosos. ¡Qué extraña era! Su estructura parecía del todo victoriana, con sus tejas rotas, su recargada decoración, sus ventanales mugrientos. Noemí no había visto nada igual en la vida real. Era del todo diferente de la moderna casa de su familia, de los apartamentos de sus amigos y de las casas coloniales con fachadas de tezoncle. La casa se cernía sobre ellos como si se una gárgola enorme y silenciosa se tratase. Podría haber evocado imágenes funestas de fantasmas y lugares embrujados, pero lo cierto es que el lugar tenía un aspecto más bien cansado |
La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
¿Cómo acaban las historias?, se preguntaba Maite. Con las historietas era fácil de saber: las viñetas finales estaban claramente indicadas, las palabras "número final" estaban estampadas en la portada. Con la vida era más difícil saber dónde empieza y dónde termina algo. Los argumentos se salían de los márgenes de las páginas; el colorista no aplicaba los últimos toques.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Creo que esto es lo que más me gusta de ti, Elvis, cómo eres todavía, a veces, capaz de ser un niño. Un bebé grande, gigante. Me pregunto cómo lo haces, cómo puedes mirar el mundo y lograr pensar que hay una pizca de justicia en él cuando todo lo que el ojo puede ver es basura de aquí hasta el infinito. Qué tonto eres.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Ella se sonrojó de nuevo y se imaginó que a estar alturas él pensaría que era una completa tonta. Pero no era algo que hiciera con regularidad. Estaba enfadada consigo misma por no tener la compostura de las mujeres de las historietas que leía, por no ser una dama sofisticada. En cambio, era una soltera estúpida y llorona.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Sonrió. Se imaginó a Leonora, con un aspecto adorable con su pelo desordenado y su ropa arrugada. El desorden realzaría su belleza. Cuando Maite se despertaba tenía un aspecto desastroso. Ningún hombre se hubiera sentido encantado por esa visión. La belleza es una moneda de cambio, pensó. Todas las puertas se te abren si eres bonita. |
La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Pensó en Emilio Lomelí, que parecía uno de los hermosos personajes dibujados en la historieta, y en Leonora, que se parecía a las heroínas que lloraban en esas publicaciones. Y luego pensó en Rubén, durmiendo en la sala de su casa, con una pistola en una bolsa de papel a su lado, que no se parecía a nadie, salvo quizás a las caras borrosas del fondo de una viñeta. Y Maite, que ni siquiera era una cara borrosa, y que no aparecía en ningún número.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
La juventud. Todo lo que él tenía era su juventud. No era atractivo; era demasiado peludo para su gusto y no era tan sofisticado como ella hubiera querido. Sin embargo, había salido con Leonora, y Leonora era hermosa. Tal vez funcionara así para los hombres. No importaba si eras el Jorobado de Notre Dame, aún tenías la oportunidad de enamorar a Esmeralda.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Qué raro, pensó. Pensar en un trabajo como "divertido" o "no divertido" cuando un trabajo era simplemente un sueldo. Supuso que era su juventud la que lo hacía pensar así. Diez años en las trincheras y desecharía esas ideas.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
No, hoy no se iba a alterar. Hoy era un buen día. Hoy era un día en el que iban a pasar cosas, aunque a Maite no le pasaba nunca nada. No era más que una veleta, zarandeada de un punto a otro por vientos indiferentes, pero ahora le estaba pasando algo y no solo era el almuerzo con Emilio Lomelí, sino la misteriosa desaparición de Leonora, Rubén pidiéndolo ayuda, era todo junto. Era parte de una historia. |
La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Se imaginó dos motas de polvo girando en círculos concéntricos. Tal vez fuera así en todas partes, para todo el mundo. Siempre había alguien haciendo exactamente lo mismo. Como una sombra o una imagen en el espejo, como los doppelgängers de los que hablaba El Mago. La gente simplemente no lo sabía. Podría ser que estuvieras cortando verduras con la mano izquierda mientras llovía en Japón y una mujer en Pueblo estuviera haciendo lo mismo, y ambos miraran al cielo al mismo tiempo y vieran volar un pájaro.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Maite estaba mal informada acerca de muchas cosas. La política, el gobierno, la delincuencia, trataba de ignorar los males del mundo. Pero hasta un idiota sabía lo que era la DFS. Y como cualquier mexicano con dos neuronas, Maite también sabía que era una pésima idea hablar con la policía. Los policías eran más temibles que los ladrones y a veces también eran ladrones. ¡Pero la policía secreta! La policía secreta era aterradora.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Música e historietas. ¡Por qué no podía ser eso la vida! ¿Por qué era la vida tan aburrida, tan gris, tan carente de sorpresas?
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Puso a Bobby Darin y se permitió imaginar que la esperaba un amante de ensueño. Esa noche Maite soñó con tambores en la selva verde de jade. Pero por la mañana, la vista desde su sala de estar seguía siendo una ciudad gris, con los tejados repletos de antenas de televisión, y no había ningún amante para ella, por mucho que esperara y rezara. |
La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Maite deseaba haber nacido en Mónaco o en Nueva York. La mayoría de las chicas de las historietas que leía parecían no haber puesto nunca un pie en lugares como la Doctores. Si vivían en la pobreza, luego eran elevadas a un plano superior por la cartera abultada de su amado. Cenicientas, soñando. Maite también soñaba, pero no le servía de nada.
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La noche era terciopelo de Silvia Moreno-García
Maite ya se imaginaba el pastel y el glaseado rosa en el que diría con letras grandes "Maite, feliz cumpleaños". No quería que le recordaran su edad. A principios de mes, se había encontrado una cana. No podía estar encaneciendo todavía. No podía tener treinta años. No sabía a dónde se habían ido sus veinte. No podía recordar lo que había hecho durante esos años. Maite no podía nombrar ni un solo logro digno.
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Gótico de Silvia Moreno-García
El futuro, pensó ella, no podía predecirse. No se podía adivinar la forma de las cosas. Pensar de otra manera era absurdo.
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" No son nuestras habilidades las que muestran cómo somos, sino nuestras elecciones”