La uruguaya de Pedro Mairal
Entendí que prefería tocar bien el ukelele que seguir tocando mal la guitarra, y eso fue como una nueva filosofía personal. Si no podés con la vida, probá con la vidita.
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La uruguaya de Pedro Mairal
Entendí que prefería tocar bien el ukelele que seguir tocando mal la guitarra, y eso fue como una nueva filosofía personal. Si no podés con la vida, probá con la vidita.
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Una noche con Sabrina Love de Pedro Mairal
Lo que digo es que el amor no tiene nada que ver con el alma o el espíritu, es el cuerpo el que importa, el encuentro de los cuerpos, no de las almas.
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La uruguaya de Pedro Mairal
Estoy lastimada, no quiero que me duela nada más. Y no es porque tengo miedo de que me lastimes, es que no quiero que me duela nada, no quiero extrañarte. No quiero extrañarte.
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La uruguaya de Pedro Mairal
Y ya a la ida la agarré de la mano y me agarró de la cintura y le di un beso, nos dimos un beso. Largo. Yo estaba muerto y por fin resucité. Estaba ciego y por fin veía de vuelta. Estaba anestesiado y se me prendieron los cinco sentidos otra vez y a máxima potencia.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Desperté una hora después, mirando la copa del árbol, sin acordarme de mí.
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El subrayador de Pedro Mairal
Quiere una máquina para dictar el fluir de conciencia, esa instancia previa a la articulación del lenguaje, la protosintaxis, el estado amniótico de la palabra donde todo parece posible, todo parece genial, todo fluye y encaja y se combina y se relaciona, el Big Bang cerebral de la fantasía, la máquina de hacer películas.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Había algo sobrehumano en la obra de Salvatierra, era demasiado. A mí siempre me había costado iniciar alguna tarea, a veces incluso las cosas más sencillas, como levantarme a la mañana. Creía que debía hacerlo todo al modo gigantesco de mi padre, o no hacer nada. Y confieso que muchas veces opté por no hacer nada, lo que me llevó, también, a sentir que no era nadie.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Encontrar el tramo faltante era algo que necesitaba hacer para que el cuadro no fuera infinito. Si faltaba un rollo, no iba a poder mirarlo todo, conocerlo todo, y seguiría habiendo incógnitas, cosas que Salvatierra quizás había pintado, sin que yo lo supiera. Pero si lo encontraba, habría un límite para ese mundo de imágenes. El infinito tendría borde y yo podría encontrar algo que él no hubiera pintado. Algo mío.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Salvatierra quería dar la impresión de que, una vez incluida en la pintura, una criatura podía cruzar el espacio pintado, avanzar por la tela y reaparecer. Nadie está protegido. Ni siquiera las escenas en la privacidad de una casa consiguen estar aisladas o seguras, siempre hay alguien acechando en la penumbra, espiando, o un hombre duerme mientras la fauna enferma de sus pesadillas va entrando por los espejos de su habitación. No hay 'adentro', no hay casa, todos están desamparados en ese territorio de colores que no se detiene nunca.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Sentí que él me hablaba con su cuadro y que vencía el silencio enorme que había existido entre los dos. Ahora él me hablaba con el amor de su pintura y me decía cosas que nunca había podido decir.
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Breves amores eternos de Pedro Mairal
"Tantos años después se me ocurrió buscarla en Facebook y la encontré. Me aceptó como amigo y tuve que ver sus fotos con su marido inglés. Facebook parece un invento del demonio. Hay cosas que hay que morirse sin haber visto." (Hoshiko y el primer mandamiento. Pág.56).
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Breves amores eternos de Pedro Mairal
"Valeria era incansable, guerrera. Me gusta esa palabra, guerrera, porque realmente la peleábamos juntos en la cama, cuerpo a cuerpo, en un combate oscuro y extenuante que nos aceleraba el corazón, con susurros violentos y tiernos dichos al oído, hasta que ella empezaba a desarmarse encima mío, como a caerse pero abrazándome fuerte, ahogando un gemido largo hasta que se quedaba quieta y volvía en sí, volvía como un animal jadeante después de una carrera, con la crin pegada sobre la cara, sobre los ojos. De a poco nos sosegábamos recuperando el aire, buscando oxígeno a bocanadas asmáticas." (Sudor. Pág.39).
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Breves amores eternos de Pedro Mairal
"La idea de Verónica también era matar el tiempo. Ella tenía intolerancia al tiempo real. No soportaba el tiempo que mediaba entre los momentos supuestamente relevantes de su vida. No soportaba el tiempo muerto frente al semáforo o en las salas de espera o haciendo cola. Los momentos en que no pasa nada." (El hipnotizador personal. Pág.44).
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Breves amores eternos de Pedro Mairal
"Pensé muchas cosas, pensé en vos y en las chicas, y en todos estos años, pero en ningún momento me pareció que estaba mal lo que hacía. La sensación de estar viva, ahí, latiendo, esperando que Simón volviera de la calle, me sacudió. Sonreí, me mordí los dedos de felicidad." (Cero culpa. Pág.31).
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La uruguaya de Pedro Mairal
Necesitaba mi cono de sombra, mi traba en la puerta, mi intimidad, aunque solo fuera para estar en silencio.
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La uruguaya de Pedro Mairal
En algún momento, sin darnos cuenta, los humanos nos volvimos Rain Man. No podemos vivir sin una pantalla. Yo ya no voy al baño sin celular. Es el terror al silencio.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Hace tiempo leí esta frase: «La página es el único lugar del universo que Dios me dejó en blanco». No me acuerdo dónde la leí. Me impresionó porque yo sentí eso con mi padre. Nunca fui muy creyente, porque la idea de sumarme un padre espiritual al enorme padre biológico que ya tenía me parecía agobiante. Entendí la frase como «la página es el único lugar del universo que papá me dejó en blanco». Uno ocupa esos lugares que los padres dejan en blanco. Salvatierra ocupó ese margen alejado de las expectativas ganaderas de mi abuelo. Se adueñó de la representación, de la imagen. Yo me quedé con las palabras que la mudez de Salvatierra dejó de lado. Empecé a escribir hace un par de años. Siento que este lugar, este espacio de la hoja blanca, me pertenece más allá de los resultados. El mundo entero cabe en este rectángulo.
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Salvatierra de Pedro Mairal
Cuando la política —o la humanidad en general— lo desilusionaban, Salvatierra pintaba esos paisajes vacíos, como si quisiera alejarse hasta un lugar donde los vínculos quedaran reducidos apenas a un saludo a la distancia.
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