La uruguaya de Pedro Mairal
Y ya a la ida la agarré de la mano y me agarró de la cintura y le di un beso, nos dimos un beso. Largo. Yo estaba muerto y por fin resucité. Estaba ciego y por fin veía de vuelta. Estaba anestesiado y se me prendieron los cinco sentidos otra vez y a máxima potencia.
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