El ala izquierda de Mircea Cartarescu
¿Y qué máscara de tela, qué guantes de látex te podrían proteger de la infección que emana del recuerdo?
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El ala izquierda de Mircea Cartarescu
¿Y qué máscara de tela, qué guantes de látex te podrían proteger de la infección que emana del recuerdo?
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Su tensión emocional llegaba al punto culminante cuando apretaba bruscamente el gatillo con los ojos cerrados y una mueca sarcástica en los labios. Se oía un breve clic e, inmediatamente después, su cuerpo de huesos pesados caía blandamente al suelo, desmayado pero ileso.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Cuando yo haya muerto, mi cripta, mi guarida, seguirá flotando en esa niebla negra y sólida, y llevará estas hojas a ninguna parte para que nadie las lea. Pero en ellas está, al fin y al cabo, todo.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
A pesar del hecho de que era imposible que él existiera, lo cierto es que ha existido. Pero hay un lugar en el mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas, allí puede aparecer un hombre más poderoso que el azar. El Ruletista no podía vivir en el mundo, lo cual es en cierto modo una forma de decir que el mundo en el que él vivía era ficticio, que era literatura. No tengo ninguna duda, el Ruletista es un personaje. Pero entonces yo también soy un personaje y aquí no puedo evitar mostrarme exultante de alegría. Porque los personajes no mueren jamás, viven siempre que su mundo es «leído».
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Solenoide de Mircea Cartarescu
Envejecemos, esperamos tranquilos en la fila de los condenados a muerte. Somos ejecutados uno tras otro en el más atroz de los campos de concentración. Primero nos despojan de la belleza, de la juventud y de la esperanza. Nos envuelven en los ropajes de penitentes de las enfermedades, del cansancio y de la putrefacción. Se mueren nuestros abuelos, son ejecutados ante nosotros nuestros padres y de repente el tiempo se acorta, ves aparecer bruscamente ante tus ojos el filo de la guadaña. Y solo entonces se presenta ante tus ojos la revelación de que vives en un matadero, de que las generaciones son masacradas y engullidas por la tierra, de que millones son empujados al tragadero del infierno, de que nadie, absolutamente nadie se libra Capítulo 13 |
El ruletista de Mircea Cartarescu
La muerte individual de cada uno, el gemelo negro que nació junto con él.
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El ala izquierda de Mircea Cartarescu
[...], pues solo ahora se veía lo que todos habían presentido en algún momento de su vida: que la realidad es tan solo un caso particular de lo irreal, y que todos somos, por muy concretos que nos sintamos, una ficción de quién sabe qué mundo que nos crea y nos abarca...
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Espero con toda mi alma, y tengo un argumento poderoso (el ruletista), ser el personaje de un relato y, aunque tengo ochenta años, no morir nunca porque, de hecho, no he vivido nunca. Quizá no viva dentro de una historia importante, quizá sólo sea un personaje secundario, pero, para un hombre que afronta el final de su vida, cualquier perspectiva es preferible a desaparecer para siempre
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Así cierro yo también mi cruz y mi mortaja de palabras, bajo las que esperaré hasta mi resurrección, como Lázaro, cuando oiga tu voz clara y poderosa, lector.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Pero hay un lugar en el mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas, allí puede aparecer un hombre más poderoso que el azar.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
Esta es la historia del género humano: mujeres saliendo de mujeres saliendo de mujeres saliendo de mujeres, en una cadena de explosiones de vida y belleza, pero también de crueldad sin límites. Es una serie ininterrumpida de diosas de dos rostros, uno de niña que mira al futuro, y otro de vieja, una máscara trágica, ensangrentada por la ruptura del nacimiento, que intenta adivinar en las manchas de nuestro aleatorio pasado.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
Así siento que es mi vida, así siento que he sido siempre: el mundo unánime, tierno y tangible por una cara de la moneda, y el mundo secreto, íntimo, fantasmagórico, el mundo de ensueño de mi mente por la otra.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
Muchas veces, al contemplarlas cuando juegan juntas, horas y horas, sin saciarse jamás una de la otra, cuando ríen juntando las caras, o cuando bañamos a Irina en la bañerita de plástico rosa y le salpicamos el pecho con agua tibia, o cuando la ponemos en pie sujetándola de las manitas y vemos cómo camina de puntillas, con la gracia de un tallo traslúcido, he deseado que el tiempo se detenga ahí, en una perla de esplendor supremo, que no exista el futuro, ni la historia, ni la ilusión, ni la vida, ni la muerte. He creído en bastantes ocasiones, en esos momentos que nunca pensé que llegaría a vivir, que he conseguido escapar, que vuelo de repente en todas las dimensiones en una repentina liberación de mí mismo.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
Nací en una realidad putrefacta en la que había unos agujeros en el tejido por los que podías meter el dedo, y mi búsqueda es precisamente la de esas rupturas y desgarrones del relato.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
No era bello, era la belleza. Pero esa belleza que quema y atormenta como las llamas del infierno.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Querrías sacudir el corazón del lector pero, ¿qué hace él? A las tres termina tu libro y a las cuatro empieza con otro, por muy bueno que sea el libro que tú hayas depositado en sus manos. Sin embargo, estas diez o quince páginas son otra cosa, se trata de un juego diferente. Mi lector de ahora no es otro que la muerte. Veo ya sus ojos negros, húmedos, atentos como los ojos de una adolescente, leer mientras completo una línea tras otra. Estas hojas contienen mi proyecto de inmortalidad.
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El ojo castaño de nuestro amor de Mircea Cartarescu
Los libros son como las mariposas. Habitualmente tienen las alas plegadas, como cuando las mariposas descansan sobre una hoja y desenrollan su trompa filiforme para sorber el agua de una gota de rocío. Cuando abres un libro, este echa a volar. Y tú con él, como si volaras en el cuello de plumón de una mariposa gigante. Pero el libro no tiene un único par de alas, sino cientos, clara señal de que te puede llevar no solo de flor en flor por este mundo glorioso, sino a centenares de mundos habitados. Algunos guardan gran parecido con el mundo en que vivimos, otros están habitados por seres que solo se muestran en sueños.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Naturalmente, me prometía a mí mismo una y otra vez que tenía que abandonar el mundo de la ruleta. Pero en aquella época publicaba dos o tres libros al año y disfrutaba de ese éxito que suele preceder a un largo silencio primero y al olvido después. Recuperaba con cada libro lo que había perdido en la ruleta y volvía a hundirme allí, bajo tierra, donde, al parecer, un presentimiento de nuestra carne y de nuestro esqueleto nos atrae mientras estamos vivos.
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El invierno en...