El ruletista de Mircea Cartarescu
Aunque jamás consiga besar a su amada, el pastor pintado en una urna griega sabe al menos que la va a contemplar eternamente.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Aunque jamás consiga besar a su amada, el pastor pintado en una urna griega sabe al menos que la va a contemplar eternamente.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Porque los personajes no mueren jamás, viven siempre que su mundo es "leído".
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Lulu de Mircea Cartarescu
Levitaba suavemente en el espacio límpido, despojado del velo de la ilusión, en el Reino del que todos venimos, fundiéndome en una pura, vacía y fresca fascinación…
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El ruletista de Mircea Cartarescu
A veces me colma de felicidad la idea de que tal vez Dios no exista.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Permanezco aquí, en mi sillón, aterrorizado por la idea de que ahí fuera ya no exista nada más que una noche sólida como un infinito témpano de brea, una niebla negra que ha engullido lentamente, a medida que he ido envejeciendo, las ciudades, las casas, las calles, los rostros. Parece que el único sol del universo es la bombilla de la lámpara y lo único que ilumina es el rostro de un anciano, arrugado como un higo.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
Tal vez el latido de nuestro corazón no sea sino el metrónomo que mide el tiempo que nos conceden para encontrar la respuesta. Tal vez estemos perdidos si llegamos al último latido y no hemos comprendido nada del inmenso puzle en el que consiste nuestra vida. Tal vez, si descubriéramos la solución y diéramos con la respuesta, nos liberarían de la celda de la gran penitenciaría en que habitamos, o tal vez ascendiéramos un nivel hacia la liberación.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
El juego ya no era un simple juego e incluso el más superficial de los asistentes que ocupaban ahora los sofás de terciopelo podía sentir, no con la cabeza ni con el corazón, sino en los huesos, en las articulaciones y los nervios, la grandeza teológica que había adquirido la ruleta.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
A diferencia de todos los escritores del mundo, y precisamente porque no soy escritor, yo siento que tengo algo que decir. Y lo diré mal y con sinceridad, tal y como hay que decir aquello que merece ser puesto sobre el papel.
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Mircea Cartarescu
Quizá solo leamos para regresar a la edad en la que aún éramos capaces de llorar con un libro en las manos; aquella época entre la infancia y la adolescencia, que constituye el dulce prólogo de nuestra vida.
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Nostalgia de Mircea Cartarescu
No pretendo explicar aquí por qué la amé, un asunto inexplicable como todo lo natural. Tampoco quiero siquiera relatar aquí qué nos sucedió hace diez (¿tal vez once o doce?) días. Pienso tan solo en convocar a mi pasado, o tal vez en remodelar el pasado, o en inventarlo, o en hacer todo a la vez, pues me interesa tan solo tener un pasado, una serie de imágenes que sean o que sustituyan el caos en que me muevo ahora. |
El ruletista de Mircea Cartarescu
De pronto, la silueta del mendigo con el revólver en la sien se descompuso en unas cuantas manchas fosforescentes amarillentas y verdosas. |
El ruletista de Mircea Cartarescu
Tenía los bolsillos de la chaqueta rotos y se sujetaba los pantalones con cuerda de embalar. |
El ruletista de Mircea Cartarescu
Así pues, querido nadie, el Ruletista existió. También la ruleta existió. No has oído hablar de ella pero, dime, ¿qué has oído sobre Agartha? |
Solenoide de Mircea Cartarescu
No he vivido en vano, me digo a cada instante de mi vida, por no haberme convertido en escritor, por ser un pobre profesor de Lengua Rumana, por no tener familia ni dinero ni fama en este mundo, o por vivir y morir entre ruinas, en la ciudad más triste sobre la faz de la tierra, sino porque me hicieron una pregunta para la cual no he hallado respuesta, porque pedí y no se me concedió, llamé y no me abrieron, busqué y no encontré. He aquí el fracaso que me aterroriza.
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Solenoide de Mircea Cartarescu
teníamos nueve años, nos quedaba tanto tiempo hasta los setenta o los ochenta que no nos habría costado nada afirmar que viviríamos eternamente.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Desde hace unos cuantos años, duermo mal y sueño con un viejo que enloquece por culpa de la soledad. Únicamente el sueño me refleja de forma realista. Me despierto llorando de soledad, incluso aunque de día me sienta acompañado por aquellos de mis amigos que aún viven.
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El ruletista de Mircea Cartarescu
Ya he escrito suficiente literatura, durante sesenta años no he hecho otra cosa, pero permítaseme ahora, al final del final, un momento de lucidez: todo lo que he escrito después de los treinta años no ha sido más que una penosa impostura. Estoy harto de escribir sin la esperanza de poder superarme algún día, de poder saltar más allá de mi propia sombra.
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Poesía esencial de Mircea Cartarescu
12. y el amor tuvo lugar y el globo comenzó a vibrar y a su alrededor se juntaron ¿de dónde? ¿de cuándo? croquis y aguadas, proyecciones ortogonales, maquetas, simulacros de computadora, esquemas de maquinarias, materiales didácticos fórmulas algebraicas y en esta nube irreal se partió la esfera en dos, en cuatro, en ocho, en diez y seis en treinta y dos, en sesenta y cuatro hasta convertirse en un erizo de mar, luego en un gusanillo en un pez primitivo, en un chimpancé, un niño una ola, un astro, una flor, una nube, una cascada, una tenaza, una nevasca, una poesía, un zueco, un tranvía, un mundo, una mosca, una estructura económica, un sacerdote, un pintor de iconos, el recuerdo de una noche de amor, el proyecto del fresno de poblarse de hojas una vez más, la inconfundible sonrisa de Cristina, todas las ventanas de todos los edificios de todas las ciudades del mundo, todas las bacterias que existen en el cuerpo del océano, una zorra que moja de sangre la nieve mientras se roe la pata en la trampa, el amor, el odio, la agonía, la fatalidad, todos los manuscritos y las publicaciones, las razas de los hombres que vivirán dentro de diez millones de años, el cuarto en el que escribo este poema y cada una de sus letras, la posibilidad de nunca haber escrito nada, de no ser mircea cărtărescu y de no haber existido jamás y de no haber existido nunca nada pues el amor es todo y todo está hecho principalmente de nada. + Leer más |
El ala izquierda de Mircea Cartarescu
De la oscuridad a la luz, del plomo al cristal, del aplastamiento a la levitación, del todo a la nada se deshila la absurda trayectoria de nuestra vida hasta acabar en un jirón de vacío.
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El ala izquierda de Mircea Cartarescu
El pasado lo es todo, el futuro no es nada, no existe otro sentido del tiempo. Vivimos un trocito de piedra caliza de la placa esclerotizada del cosmos.
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Gregorio Samsa es un ...