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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
A fuerza de degradar el lenguaje lo hemos inutilizado para entendernos.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
La máquina, por un error de medida, ha venido a calentar el estómago del hombre pero ha enfriado su corazón.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
El hombre puede perderse lo mismo por necesidad que por saturación.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
A estas alturas, si queremos conservar la vida, hay que cambiarla.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
Siempre que utilicemos nuestros conocimientos para la satisfacción a corto plazo de nuestros deseos de confort, seguridad o poder, encontraremos, a plazo algo más largo, que estamos creando una nueva trampa de la que tendremos que librarnos antes o después.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
¿No se nos habrán escapado de las manos las fuerzas que nosotros mismos desatamos y que creímos controlar un día?
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
La aspiración de todo hombres es elevar su rango, anteponerse, no tanto acrecentando su cultura y sus facultades como amedrentando a su adversario o debilitándolo.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
La medicina, pese a sus esfuerzos, no ha conseguido cambiarnos por dentro; nos ha hecho más pero no mejores. Estamos más juntos, y aún lo estaremos más, pero no más próximos.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
La medicina ha cumplido con su deber, pero al posponer la hora de nuestra muerte, viene a agravar, sin quererlo, los problemas de nuestra vida.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
El hombre, obcecado por una pasión dominadora, persigue un beneficio personal, ilimitado e inmediato y se desentiende del futuro.
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Un mundo que agoniza de Miguel Delibes
Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente, es retroceder.
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El camino de Miguel Delibes
Las cosas podían haber sucedido de qualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así.
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El camino de Miguel Delibes
Capitulo XII El tío Aurelio, el hermano de su madre, les escribió desde Extremadura. El tío Aurelio se marchó a Extremadura porque tenía asma y le sentaba mal el clima del valle, húmedo y próximo al mar. (Pág 117) |
El camino de Miguel Delibes
Seguramente en la ciudad se pierde mucho el tiempo-pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era asi de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles o poco prácticas (pg 8).
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El camino de Miguel Delibes
Vivir de esta manera era algo brillante, y a la vez, terriblemente tétrico y desolado. Vivir era ir muriendo cada día, poquito a poco, inexorablemente. A la larga todos acabarían muriendo. Todos eran efímeros y transitorios y a la vuelta de cien años no quedaría rastro de ellos sobre las piedras del pueblo. La muerte era lacónica, misteriosa y terrible (pg 204)
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El príncipe destronado de Miguel Delibes
-¿Qué quería el niño, señora? / -Mi mano –dijo mamá. / -¿Su mano? / -Tenía miedo. / -Ah. / […] A saber qué tendrá la mano de una madre…
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Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso de Miguel Delibes
¿Por qué esta pasión juvenil común por la música violenta? ¿Por qué la ponen tan alto? ¿Qué es lo que no quieren oír?
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¿En qué año se publicó?