El hereje de Miguel Delibes
Lutero era hijo de la imprenta», porque, bien mirado, su fuerza estaba en ella. Era el primer hereje que disponía de un medio de comunicación tan eficaz, tan poderoso, tan rápido.
|
El hereje de Miguel Delibes
Lutero era hijo de la imprenta», porque, bien mirado, su fuerza estaba en ella. Era el primer hereje que disponía de un medio de comunicación tan eficaz, tan poderoso, tan rápido.
|
El hereje de Miguel Delibes
La secta venía a ofrecerle una fraternidad que no había conocido hasta entonces. Se entregó a ella con fruición, con entusiasmo.
|
El hereje de Miguel Delibes
—La afición a la lectura ha llegado a ser tan sospechosa que el analfabetismo se hace deseable y honroso. Siendo analfabeto es fácil demostrar que uno está incontaminado y pertenece a la envidiable casta de los cristianos viejos.
|
El hereje de Miguel Delibes
—¿Por qué tan poca fe? Si Cristo murió por nuestros pecados ¿cómo va a exigirnos luego reparación por ellos?
|
|
El hereje de Miguel Delibes
«Muéstrame el camino, Señor», gemía, pero el Señor permanecía ajeno, en silencio. «Nuestro Señor no puede tomar partido, se decía, soy yo quien debe decidir, en aras de mi libertad.» Pero le faltaba determinación, claridad, la lucidez necesaria.
|
El hereje de Miguel Delibes
Dato se hacía lenguas sobre la transformación de la Plaza Mayor en un enorme circo de madera, con más de dos mil asientos en las gradas, cuyos precios oscilaban entre diez y veinte reales, y, en torno al cual, se había montado una guardia de alabarderos, reforzada en las horas nocturnas, después de dos intentos de prenderle fuego por parte de elementos subversivos.
|
El hereje de Miguel Delibes
Le llamaban hereje, pelele, viejo loco, mas él lloraba y, en ocasiones, sonreía al referirse a su destino como a una liberación. Las mujeres se santiguaban e hipaban y sollozaban con él, pero algunos hombres le escupían y comentaban: ahora tiene miedo, se ha ensuciado los calzones el muy cabrón.
|
El príncipe destronado de Miguel Delibes
- ¿Que quería el niño, señora? - Mi mano- dijo Mamá - ¿Su mano? - Tenía miedo - ¡Ah! La Domi relajó su expresión y en sus ojos brillo una chispa de ternura: - A saber que tendrá la mano de una madre- dijo. Mamá adoptó un gesto duro para replicar: - Lo malo es luego- dijo-, el día que falta mamá o se dan cuenta de que Mamá siente los mismos temores que sienten ellos. Y lo peor es que eso ya no tiene remedio. |
El camino de Miguel Delibes
Pero a Daniel, el Mochuelo, nada de esto le causó sorpresa. Empezaba a darse cuenta de que la vida es prodiga en hechos que antes de acontecer parecen inverosímiles y luego, cuando sobrevienen, se percata uno de que no tienen nada de inextricables ni de sorprendentes. Son tan naturales como que el sol asome cada mañana, o como la lluvia, o como la noche, o como el viento.
|
El camino de Miguel Delibes
Algunos —dijo— por ambición, pierden la parte de felicidad que Dios les tenía asignada en un camino más sencillo. La felicidad —concluyó—no está, en realidad, en lo más alto, en lo más grande, y lo más apetitoso, en lo más excelso; está en acomodar nuestros pasos al camino que el Señor nos ha señalado en la tierra. Aunque sea humilde».
|
El camino de Miguel Delibes
La gente enseguida arremete contra los niños aunque muchas veces el enojo de los hombres proviene de su natural irritable y suspicaz y no de las travesuras de aquellos
|
El camino de Miguel Delibes
A juicio de Daniel, el Mochuelo, era en estos días, o durante las grandes nevadas de Navidad, cuando el valle encontrabas adecuada fisonomía. Era, el suyo, un valle de precipitaciones, húmedo y triste, melancólico, y su languidez y apatía características desaparecían con el sol y con los horizontes dilatados y azules.
|
El camino de Miguel Delibes
Gerardo, el Indiano, no renegó, en cambio, de su pueblo. Los ricos siempre se encariñan, cuando son ricos, por el lugar donde antes han sido pobres. Parece ser esta la mejor manera de demostrar su cambio de posición y fortuna y el más viable procedimiento para sentirse felices al ver que otros que eran pobres como ellos siguen siendo pobres a pesar del tiempo
|
El camino de Miguel Delibes
Comprendía Daniel, el Mochuelo, que ya no le sería fácil dormirse. Su cabeza, desbocada hacia los recuerdos, en una febril excitación, era un hervidero apasionado, sin un momento de reposo. Y lo malo era que al día siguiente habría de madrugar para tomar el rápido que le condujese a la ciudad. Pero no podía evitarlo.
|
El camino de Miguel Delibes
—No, el chico será otra cosa. No lo dudes —decía su padre—. No pasará la vida amarrado a este banco como un esclavo. Bueno, como un esclavo y como yo.
|
El príncipe destronado de Miguel Delibes
—Me voy a escapar de esta casa. —¿Sí? —Sí. —¿Dónde, Juan? —Donde no me peguen. —¿Cuándo, Juan? —Esta noche. —¿Te vas a escapar esta noche de casa, Juan? (…) —Haré cuerdas con las sábanas y las ataré y me marcharé por el balcón. —¿Como los Reyes, Juan? —Como los Reyes. Quico pestañeó varias veces y, al cabo, dijo abriendo una amplia sonrisa: —Yo quiero que los Reyes me traigan un tanque. |
La hoja roja de Miguel Delibes
De joven soñó con la jubilación y ahora, de jubilado, soñaba con la juventud.
|
La hoja roja de Miguel Delibes
Uno se enfría, no cuando hace frío sino cuando teme que va a enfriarse.
|
Madera de héroe de Miguel Delibes
..hay ocasiones en la vida en que la frontera entre el heroísmo y la traición es tan tenue como un papel de fumar. —Pero ¿es que se puede ser héroe y traidor al mismo tiempo, tío? —Bien, quizás seas aún muy niño para comprenderlo, pero puede llegar a producirse esa aparente contradicción que dices: ser héroe para unos y traidor para otros, según se considere el gesto desde un lado o desde el otro —aclaró el tío Felipe Neri. Y agregó en un débil tono de voz—: De hecho, la historia del mundo está llena de esos contrasentidos. |
Gregorio Samsa es un ...