La inocencia de Marina Yuszczuk
[...] pero la infancia es una cosa armada con materiales tan escasos que a uno no le queda otra que generalizar, asumir que pasaron muchas veces las cosas que una vez le contaron.
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La inocencia de Marina Yuszczuk
[...] pero la infancia es una cosa armada con materiales tan escasos que a uno no le queda otra que generalizar, asumir que pasaron muchas veces las cosas que una vez le contaron.
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La inocencia de Marina Yuszczuk
Qué aguafiestas éramos, atrincheradas en nuestras razones. Qué duro y acartonado que era todo. Era altísimo el precio por sentir que estábamos salvadas y seguras; en mi caso, quedarme sin adolescencia. Nada de la rebeldía natural que acompaña a esa edad se me permitió ni podía tener lugar en esa vida. Ahora que lo pienso, no sé cómo hacen los niños fundamentalistas para convertirse en adultos, cómo destrozan a los padres y atraviesan ese desierto de confusión y de caos y furia hasta ocupar su lugar. Quizás no lo hacen nunca.
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La sed de Marina Yuszczuk
El cementerio que se abre y se cierra, como una ostra en el fondo marino, para revelar su contenido y prometer a quien aspire a reposar en su seno: "No, no eres un grano de arena, eres una perla".
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La sed de Marina Yuszczuk
[...]; odiaba todo lo que representaba y a la Iglesia que, en su pobre versión del mundo, se arrogaba el derecho de decidir que yo, y otros como yo, éramos criaturas del Demonio, una desviación en el plan divino, cuando en realidad nuestra misma existencia era la demostración de que semejante plan era una invención de los hombres, ni siquiera demasiado imaginativa. Pero había algo en esa religión, que después de todo se basaba en un asesinato. ¿Cómo podía no interesarme? Un asesinato cruento, expuesto a la vista de todos, multiplicado y repetido a través de mil imágenes que tantos simulaban no ver, o miraban de frente solo para atravesarlas [...].
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La sed de Marina Yuszczuk
Quizás la perfección para ocultar la muerte sea la victoria más contundente de este siglo.
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La inocencia de Marina Yuszczuk
Nunca dejé de tener la sensación de que lo único verdadero es lo que uno hace en soledad.
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La sed de Marina Yuszczuk
A la tarde salí de la clínica y me tomé un taxi directo al cementerio. Parecía masoquismo, pero no. No podía imaginar otro lugar donde las cosas fueran sinceras. Ni siquiera el hospital, las enfermeras con su optimismo de jardín de infantes frente a los pacientes, los médicos que, a fuerza de sustraer información, no decían nada. Todo el mundo se negaba a pronunciar, o siquiera oír, la palabra "muerte", que mi madre había dicho con el cuerpo, de un modo rotundo.
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La sed de Marina Yuszczuk
La oscuridad es absoluta. Tan negra que nombrarla está de más, que tener párpados es indistinto. A los muertos les cierran los ojos pero es una precaución que suaviza el horror de los vivos; por lo demás, acá dentro no hay nada para ver, acá no hay nada.
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La sed de Marina Yuszczuk
Por las noches, sentada frente a esa superficie que no me devolvía más que el resplandor débil del recinto, experimenté una y otra vez la soledad multiplicada, la imposibilidad de verme. Apenas puedo explicar cómo es hundir la mirada en un reflejo donde falto. Creo que incluso alguna vez, en el contacto con la humedad que sentí en las mejillas, supe lo que eran las lágrimas, y la vergüenza de ser incompleta.
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La inocencia de Marina Yuszczuk
Por otra parte, yo no pensaba nada que no me hubieran dado a pensar; era una alquimia habilísima por la cual uno terminaba por estar de acuerdo con todo lo que se le enseñaba y creía que ese estar de acuerdo era pensar con libertad.
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La inocencia de Marina Yuszczuk
También entiendo enseguida que ese "no se terminó de formar" describe exactamente la clase de monstruo que me siento; si hay una clase de monstruosidad que tiene que ver conmigo es la de lo amorfo. Me toco incansablemente para ver adónde termino, pero no termino en ningún lado. Quizás por eso, no me extraña tanto que a esa edad de la que no tengo ningún registro haya elegido el orden, así como mi mamá, preocupada por la muerte futura de los hijos, eligió un lugar donde ellos fueran inmortales, indestructibles. La religión es una varita mágica, y la literatura es lo contrario del infierno.
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La inocencia de Marina Yuszczuk
Todos los cuentos de iniciación que escriben las chicas se parecen: hay un momento en que se descubre algo desconocido, se intuye que eso tiene que ver con el mal, se reciben como un eco las prohibiciones de los adultos. Las cosas que se hacen a espaldas de otros siempre parecen una transgresión, tal vez son solamente un secreto.
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La sed de Marina Yuszczuk
No tener ningún recuerdo: era como tratar de contener agua en la palma de las manos, y descubrírselas vacías.
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La sed de Marina Yuszczuk
En cambio ella se cerró y no dice nada; no solamente dejó de hablar, dejó de comunicarse.
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¿Cuál es el nombre completo de la protagonista femenina en "Una corte de rosas y espinas"?