La inocencia de Marina Yuszczuk
Qué aguafiestas éramos, atrincheradas en nuestras razones. Qué duro y acartonado que era todo. Era altísimo el precio por sentir que estábamos salvadas y seguras; en mi caso, quedarme sin adolescencia. Nada de la rebeldía natural que acompaña a esa edad se me permitió ni podía tener lugar en esa vida. Ahora que lo pienso, no sé cómo hacen los niños fundamentalistas para convertirse en adultos, cómo destrozan a los padres y atraviesan ese desierto de confusión y de caos y furia hasta ocupar su lugar. Quizás no lo hacen nunca.
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