La sed de Marina Yuszczuk
Por las noches, sentada frente a esa superficie que no me devolvía más que el resplandor débil del recinto, experimenté una y otra vez la soledad multiplicada, la imposibilidad de verme. Apenas puedo explicar cómo es hundir la mirada en un reflejo donde falto. Creo que incluso alguna vez, en el contacto con la humedad que sentí en las mejillas, supe lo que eran las lágrimas, y la vergüenza de ser incompleta.
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