La inocencia de Marina Yuszczuk
También entiendo enseguida que ese "no se terminó de formar" describe exactamente la clase de monstruo que me siento; si hay una clase de monstruosidad que tiene que ver conmigo es la de lo amorfo. Me toco incansablemente para ver adónde termino, pero no termino en ningún lado. Quizás por eso, no me extraña tanto que a esa edad de la que no tengo ningún registro haya elegido el orden, así como mi mamá, preocupada por la muerte futura de los hijos, eligió un lugar donde ellos fueran inmortales, indestructibles. La religión es una varita mágica, y la literatura es lo contrario del infierno.
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