Que nadie duerma de Juan José Millás
Tenía las bragas húmedas y se le habían puesto duros los pezones.
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Que nadie duerma de Juan José Millás
Tenía las bragas húmedas y se le habían puesto duros los pezones.
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Que nadie duerma de Juan José Millás
Su melodía le rompía el corazón al tiempo que potenciaba su ensueño.
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Que nadie duerma de Juan José Millás
Algo va a suceder. La frase se manifestaba de vez en cuando en la cabeza de Lucía como un fantasma en un pasillo y con idéntica entonación a aquella con la que la pronunciaba su madre.
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Que nadie duerma de Juan José Millás
—Mírate los muslos, eres una falsa delgada, como la mayoría de las aves zancudas.
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La vida contada por un sapiens a un neandertal de Juan José Millás
A Dios se le pueden poner muchos defectos como relojero, como arquitecto, como ingeniero, incluso como biólogo, pues se ha pasado con los coleópteros; hay demasiado escarabajos. Pero como paisajista es la hostia, no me digas que no.
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La soledad era esto de Juan José Millás
Uno nunca sabe lo que representa para los demás ni de qué manera gratuita se puede ganar o perder un afecto.
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La soledad era esto de Juan José Millás
Todos vivimos en un infierno, todos, pero no le pasamos factura a nadie. ¿Sabes por qué? Porque cada uno elige su propio infierno, aquel en el que se encuentra más cómodo.
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La soledad era esto de Juan José Millás
Mucho se ha escrito sobre el cuerpo humano sin que por eso sepamos todo acerca de su origen o sus mecanismos. Hay quienes dudan entre definirlo como un continente o como una isla, y ello se debe a las complicaciones de los continentes y la soledad de las islas. (...) Miro mi propio cuerpo, desnudo sobre la cama, y que veo: una superficie hostil que se deteriora en la dirección del vientre, allá abajo, entre las piernas, observó un manojo de hierba bajo el que se oculta un agujero, una caverna que a veces conduce al placer, a veces al dolor y siempre a la desesperación. (...) ¿De quién es este continente? ¿Quién lo habita? Lo habitan el dolor y los fantasmas y el miedo, pero también las vísceras que lo hacen tan complicado y solitario.
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Papel mojado de Juan José Millás
No hay ciudadano que bien investigado no merezca diez años de cárcel.
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Papel mojado de Juan José Millás
Pensé en irme a dormir a casa de mis padres, pero no había visto que ningún detective actuara así en las novelas ni en el cine.
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Papel mojado de Juan José Millás
Hay algo que me impresiona de usted y es el rigor con el que se equivoca.
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Que nadie duerma de Juan José Millás
«Cuando estás con la mente y con el cuerpo en el mismo sitio, la realidad adquiere una luz extraordinaria. Créeme.»
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Que nadie duerma de Juan José Millás
Ella lo cuidaría de ese modo, comiéndoselo al tiempo de dejarse comer por él, hasta que de tanto comerse mutuamente, y si fuera cierto, como afirman los expertos en nutrición que somos lo que comemos, ella se hubiera convertido en él y él, en ella.
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La soledad era esto de Juan José Millás
"Bueno, pues la soledad era esto: encontrarte de súbito en el mundo como si acabaras de llegar de otro planeta del que no sabes por qué has sido expulsada. Te han dejado traerte dos objetos (en mi caso, la butaca y el reloj) que tienes que llevar a cuestas, como una maldición, hasta que encuentres un lugar en el que recomponer tu vida a partir de esos objetos y de la confusa memoria del mundo del que procedes. La soledad es una amputación no visible, pero tan eficaz como si te arrancaran la vista y el oído y así, aislada de todas las sensaciones exteriores, de todos los puntos de referencia, y solo con el tacto y la memoria, tuvieras que reconstruir el mundo, el mundo que has de habitar y que te habita. ¿Qué había en esto de literario, qué había de divertido? ¿Por qué nos gustaba tanto?"
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La vida a ratos de Juan José Millás
No me conmueven los árboles, pero sí los poemas sobre los árboles. Ni la lluvia, pero sí las canciones sobre la lluvia. Tampoco me inquieta la muerte, pero sí cuando se escribe acerca de ella.
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La vida a ratos de Juan José Millás
Tengo dos posibilidades: o programar el día o que sea el día el que me programe a mí. La programación es producto de la ansiedad. No digo que no funcione, pero debajo de su disciplina late la angustia.
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La vida a ratos de Juan José Millás
El deseo de escribir guarda una relación directamente proporcional a la distancia de la mesa de trabajo: cuanto más alejado se encuentra uno de ella, mayor es el deseo. Cuando se está sentado a ella, en cambio, lo normal es que se busque una coartada para empezar al día siguiente.
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Gregorio Samsa es un ...