Medio Rey de Joe Abercrombie
Yarvi no podía quitarse de la cabeza que todo aquello únicamente demostraba que los grandes guerreros no mueren mejor que los demás hombres. Y que suelen hacerlo antes. |
Medio Rey de Joe Abercrombie
Yarvi no podía quitarse de la cabeza que todo aquello únicamente demostraba que los grandes guerreros no mueren mejor que los demás hombres. Y que suelen hacerlo antes. |
Mitja guerra de Joe Abercrombie
La libertad no sirve de nada a los muertos. El orgullo sirve de bien poco hasta a los vivos.
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La mejor venganza de Joe Abercrombie
Los muertos pueden olvidar. Los muertos pueden ser olvidados. Los demás tenemos mejores cosas por hacer.
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La mejor venganza de Joe Abercrombie
No se trata de dinero. Sino de… venganza. Pensé que lo comprenderías.
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Antes de que los cuelguen de Joe Abercrombie
Tal vez fuera un monstruo, pero allí, en las heladas y salvajes tierras de Angland, las normas eran otras. Los monstruos estaban en mayoría.
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Antes de que los cuelguen de Joe Abercrombie
La guerra mataba a muchos hombres. Pero a unos pocos les daba una segunda oportunidad.
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Antes de que los cuelguen de Joe Abercrombie
Palabras, queridos amigos míos. Puede haber en ellas más fuerza que en todo el acero que exista en el Círculo del Mundo.
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Antes de que los cuelguen de Joe Abercrombie
Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero no antes de que los cuelguen.
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La mejor venganza de Joe Abercrombie
No hay mejor momento para matar a un hombre que en una batalla, y, si es de los tuyos, aún mejor.
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La mejor venganza de Joe Abercrombie
En vida, uno puede ser todo lo importante que quiera, pero, cuándo regresa al barro, todo eso ya no importa.
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La mejor venganza de Joe Abercrombie
Aborrezco la violencia. Es la última herramienta de las mentes necias. Así que no cometamos necedades.
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La mejor venganza de Joe Abercrombie
Aunque huir del enemigo sea algo deplorable, la alternativa que a uno le queda suele ser peor.
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Tierras rojas de Joe Abercrombie
—¿Quién eres? —preguntó, casi rugiendo, mientras los puños le dolían tanto como si hubiera estado golpeando un tronco. La sonrisa de Lamb le recordó a una tumba que alguien acabase de abrir. El viejo sacó la lengua enrojecida que manchó de sangre sus mejillas. Levantó un puño en alto y luego lo abrió lentamente para que Dorado pudiese verlo, mirándole con unos ojos tan grandes como platos, y tan húmedos como dos pozos de brea, por el hueco creado por el dedo corazón que le faltaba. |
Tierras rojas de Joe Abercrombie
Temple condujo el caballo hasta las afueras de la ciudad, dejando atrás la senda o, mejor, las dos roderas de barro apisonado que se confundían en una sola, las órdenes impartidas a ladridos y los incendios, hasta que los ruidos de los mercenarios que se marchaban a regañadientes fueron atenuándose para dar paso al sonido cantarín del agua. Entonces bajó el cuerpo de Sufeen y le dio la vuelta. —Lo siento —dijo, y arrojó la pala al río. Luego se subió a la silla. |
Mig món de Joe Abercrombie
Si las miradas torvas a la espalda matasen, el Rompeespadas habría caído ensangrentado a través de la Última Puerta ese mismo día, pero los ceños no son filos y el odio de Espina no cortaba a nadie salvo a ella.
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La voz de las espadas de Joe Abercrombie
-He combatido en tres campañas -comenzó-. En siete encarnizadas batallas. En innumerables incursiones, escaramuzas y defensas desesperadas, en todo tipo de acciones sangrientas. He combatido en medio de ventiscas, bajo el azote de los vientos, en mitad de la noche. No ha habido un solo momento de mi vida en que no estuviera luchando con uno u otro enemigo, con uno u otro amigo. Nunca he conocido nada más. He visto matar a un hombre por una palabra, por una mirada, por cualquier tontería. En cierta ocasión, la mujer de un tipo al que había matado me atacó con un cuchillo y la arrojé a un pozo. Y eso no es ni mucho menos lo peor que he hecho. La vida para mí tenía el mismo valor que una mota de polvo. Menos seguramente. Luché diez combates singulares y los gané todos, pero siempre combatí en el bando equivocado y por razones equivocadas. He sido implacable, brutal, cobarde. He apuñalado a hombres por la espalda, los he quemado vivos, los he ahogado, los he machacado contra una roca. Los he matado mientras dormían, mientras estaban desarmados, mientras trataban de huir. Yo mismo he huido en más de una ocasión. Me he orinado encima de miedo. He rogado con lágrimas en los ojos que no me mataran. Me han herido gravemente en innumerables ocasiones y he gritado y berreado como un bebé al que su madre retira la teta. Estoy convencido de que el mundo habría sido un lugar más habitable si me hubieran matado hace muchos años, pero no ha sido así, y, la verdad, no logro entender por qué. Hay pocos hombres que tengan las manos más manchadas de sangre que yo. De los que yo conozco, ninguno. Mis enemigos me llaman el Sanguinario, y tengo muchos. Muchos enemigos y cada vez menos amigos. La sangre sólo trae más sangre. Ahora me sigue a todas partes como si fuera mi sombra, y al igual que sucede con mi sombra, nunca podré librarme de ella. Además, no sería justo. Me lo he ganado. Me lo merezco. Yo me lo busqué. Es mi condena.
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¿En que trabaja Kote?