La casa de los espíritus de Isabel Allende
En un rincón de su cerebro le quedaba suficiente cordura para darse cuenta de que estaba parado al borde de un abismo.
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La casa de los espíritus de Isabel Allende
En un rincón de su cerebro le quedaba suficiente cordura para darse cuenta de que estaba parado al borde de un abismo.
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Isabel Allende
En un rincón de su cerebro le quedaba suficiente cordura para darse cuenta de que estaba parado al borde de un abismo.
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La casa de los espíritus de Isabel Allende
Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la más terrible de todas: la convivencia.
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La isla bajo el mar de Isabel Allende
Baila, baila, Zarité, porque esclavo que baila es libre... mientras baila
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Más allá del invierno de Isabel Allende
Son muchos años con el alma en invierno y el corazón cerrado, Richard. Eso no es vida. Y el hombre cauteloso de todos esos años no eres tú. En estos últimos días, cuando saliste de la comodidad en que estabas instalado, pudiste descubrir quién eres realmente. Puede que haya dolor en eso, pero cualquier cosa es mejor que estar anestesiado.
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Eva Luna de Isabel Allende
Así está bien, pajarito, me animaba Elvira. Hay que dar bastante guerra. Con los perros rabiosos nadie se atreve, en cambio a los mansos los patean. Hay que pelear siempre. Fue el mejor consejo que he recibido en mi vida.
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Eva Luna de Isabel Allende
-¿Te tocas el cuerpo con las manos? -Sí... -¿A menudo, hija? -Todos los días. -¡Todos los días! ¿Cuántos veces? -No llevo la cuenta... muchas veces... -¡Esa es una ofensa gravísima a los ojos de Dios! -No sabía, padre. ¿Y si me pongo guantes, también es pecado? -¡Guantes! ¡Pero qué dices, insensata! ¿Te burlas de mi? -No, no... murmuré aterrada, calculando que de todos modos sería bien difícil lavarme la cara, cepillarme los dientes o rascarme con guantes. |
Eva Luna de Isabel Allende
La muerte no existe, hija. La gente sólo se muere cuando la olvidan, me explicó mi madre poco antes de partir. Si puedes recordarme, siempre estaré contigo.
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Eva Luna de Isabel Allende
No comprendía el propósito de embalsamarlos. Si eso fuera útil, la naturaleza lo habría previsto y no permitiría que los muertos se pudrieran, pensaba ella.
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Eva Luna de Isabel Allende
Esa es la Santísima Virgen María -le explicaron. -¿Ella es Dios? -No, es la madre de Dios. -Sí, pero ¿quién manda más en el cielo, Dios o su mamá? |
La casa de los espíritus de Isabel Allende
Me será muy difícil vengar a todos los que tienen que ser vengados, porque mi venganza no sería más que otra parte del mismo rito inexorable
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La casa de los espíritus de Isabel Allende
De pronto se deslizó por el pasillo, al pasar por mi lado sus sorprendentes pupilas de oro se detuvieron un instante en las mías. Debí morir un poco. No podía respirar y se me detuvo el pulso
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La ciudad de las Bestias de Isabel Allende
Lo único que uno aprende es lo que uno averigua solo. Sostenía que la experiencia es lo que se obtiene justo después que uno la necesita.
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La ciudad de las Bestias de Isabel Allende
En su experiencia, cuando algo sucedía a un americano siempre había una investigación: esos gringos arrogantes se creían dueños del mundo.
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La ciudad de las Bestias de Isabel Allende
Comprendió que la felicidad consiste en alcanzar aquello que hemos esperado por mucho tiempo.
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Retrato en sepia de Isabel Allende Porque no había razón alguna para que las vacas chilenas no fueran capaces de producir quesos tan sabrosos como los de las vacas francesas, que eran igualmente estúpidas |
El Zorro de Isabel Allende
El enamoramiento es una condición que suele nublar la razón de los hombres, pero no es grave, por lo general basta que el paciente sea correspondido para que recupere la cordura y empiece a olfatear el aire en busca de otras presas
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¿En qué época está ambientada la obra?