Eva Luna de Isabel Allende
-¿Te tocas el cuerpo con las manos? -Sí... -¿A menudo, hija? -Todos los días. -¡Todos los días! ¿Cuántos veces? -No llevo la cuenta... muchas veces... -¡Esa es una ofensa gravísima a los ojos de Dios! -No sabía, padre. ¿Y si me pongo guantes, también es pecado? -¡Guantes! ¡Pero qué dices, insensata! ¿Te burlas de mi? -No, no... murmuré aterrada, calculando que de todos modos sería bien difícil lavarme la cara, cepillarme los dientes o rascarme con guantes. |