Hermann Hesse
La vida humana se convierte en verdadero dolor, en verdadero infierno sólo allí donde dos épocas, dos culturas o religiones se entrecruzan.
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Hermann Hesse
La vida humana se convierte en verdadero dolor, en verdadero infierno sólo allí donde dos épocas, dos culturas o religiones se entrecruzan.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Pues la enfermedad psíquica de Haller es -hoy lo sé- la enfermedad del siglo mismo, la neurosis de aquella generación a la que Haller pertenece, enfermedad de la cual no son atacadas sólo las personas débiles e inferiores, sino precisamente las fuertes, las espirituales, las de más talento.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Me daba cuenta de que aquel hombre estaba enfermo, de algún modo, del espíritu, del ánimo o del carácter. Y me defendía contra él con el instinto del hombre sano. Esta repulsa fue sustituida en el transcurso del tiempo por simpatía, que tenía como base una gran compasión hacia este grave y perpetuo paciente, de cuyo aislamiento y de cuya muerte interna era yo testigo presencial. En este periodo fui teniendo conciencia cada vez más clara de que la enfermedad de este hombre no dependía de defectos de su naturaleza, sino por el contrario, únicamente de la gran abundancia de dotes y facultades disarmónicas. Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento, que él, en el sentido de muchos aforismos de Nietszche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento ilimitada, genial, terrible. Al mismo tiempo comprendí que la base de su pesimismo no era desprecio del mundo, sino desprecio de sí propio, pues si bien hablaba sin miramientos y con un sentido demoledor de instituciones y de personas, nunca se excluía a sí, siempre era él el primero contra quien dirigía sus flechas, era él mismo el primero a quien odiaba y negaba.
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Demian & Siddhartha de Hermann Hesse
"No, amigo mío, ¿Por qué habría de estar triste? Yo, que fuí rico y feliz, soy ahora más rico y más feliz aún: me han dado a mi hijo."
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El lobo estepario de Hermann Hesse
"Hay algo agradable en torno a la satisfacción, a la ausencia de dolor, a estos días tolerablemente chatos en los que ni el sufrimiento ni el deseo se atreven a gritar, en los que todo murmura y camina en puntas de pie".
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El lobo estepario de Hermann Hesse
"Miro este pequeño y tranquilo jardin del orden y me alegro de que estas cosas todavía existan".
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Demian de Hermann Hesse
No tiene usted por qué compararse con los demas, y si la naturaleza le ha creado para murciélago, no debe usted aspirar a ser avestruz.
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Demian de Hermann Hesse
Mi historia no es agradable; no es suave y armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a ensueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse a sí mismos.
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Demian de Hermann Hesse
El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia dios. El dios se llama Abraxas.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Pero en medio de la libertad lograda se dio bien pronto cuenta de que esa su independencia era una muerte, que estaba solo, que el mundo lo abandonaba de un modo siniestro, que lentamente iba ahogándose en una atmósfera cada vez más tenue de falta de trato y de aislamiento. Porque ya resultaba que la soledad y la independencia no eran su afán y su objetivo, eran su destino y su condenación, que su mágico deseo se había cumplido y ya no era posible retirarlo, que ya no servía de nada extender los brazos abiertos llenos de nostalgia y con el corazón henchido de buena voluntad, brindando solidaridad y unión; ahora lo dejaban solo. Y no es que fuera odioso y detestado y antipático a los demás. Al contrario, tenía muchos amigos. Muchos lo querían bien. Pero siempre era únicamente simpatía y amabilidad lo que encontraba; lo invitaban, le hacían regalos, le escribían bonitas cartas, pero nadie se le aproximaba espiritualmente, por ninguna parte surgía compenetración con nadie, y nadie estaba dispuesto ni era capaz de compartir su vida. Ahora lo envolvía el ambiente de soledad, una atmósfera de quietud, un apartamiento del mundo que lo rodeaba, una incapacidad de relación, contra la cual no podía nada ni la voluntad, ni el afán, ni la nostalgia. Este era uno de los caracteres más importantes de su vida.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
En ti, por ejemplo, lo espiritual está altamente desarrollado, y a cambio de eso te has quedado muy atrás en toda clase de pequeñas artes de la vida.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Esta mujer, que me había penetrado tan perfectamente, que parecía saber de la vida más que todos los sabios, se dedicaba a ser niña, al pequeño juego de la vida del momento, con un arte que me convirtió desde luego en su discípulo. Y lo mismo da que fuese todo ello alta sabiduría o sencillísima candidez. Quien sabía vivir de esta manera el momento, quien vivía de este modo tan actual y sabía estimar tan cuidadosa y amablemente toda flor pequeña del camino, todo minúsculo valor sin importancia del instante, éste estaba por encima de todo y no le importaba nada la vida. Y esta alegre criatura, con su buen apetito, con su buen gusto retozón, ¿era el propio tiempo una soñadora y una histérica que deseaba la muerte, o una despierta calculadora que, conscientemente y con toda frialdad quería enamorarme y hacerme su esclavo? Esto no podía ser. No; se entregaba sencillamente al momento de tal suerte, que estaba abierta por entero, lo mismo que a toda ocurrencia placentera, también a todo fugitivo y negro horror de lejanas profundidades del alma y lo gustaba hasta el fin.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Con frecuencia todo lo habitual, lo conocido, lo trivial y lo ordinario no habían de tener más objeto que lograr aquí o allí, un intervalo aunque fuera pequeñísimo, una interrupción, para hacer sitio a lo extraordinario, a lo maravilloso, a la gracia.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? [...] Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo consideran una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Extraordinaria fue la mirada que me dirigió, una mirada llena de complacencia, de burla y picardía y de camaradería comprensiva, y al mismo tiempo tan llena de gravedad, de ciencia y de serenidad insondable.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
A veces, aunque raras, había también horas que traían hondas sacudidas y dones divinos, horas demoledoras, que a mí, extraviado, volvían a transportarme junto al palpitante corazón del mundo.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
A pesar de todo, mi tristeza estaba un poco aclarada: ¡como que me había tocado un saludo del otro mundo!, un par de letras de colores habían bailado y jugueteado sobre mi alma y habían rozado acordes íntimos, un resplandor de la huella de oro se había hecho otra vez visible.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Meditar una hora, entrar un rato dentro de sí e inquerir hasta qué punto tiene uno parte y es corresponsable en el desorden y en la maldad del mundo; mira, eso no lo quiere nadie. [...] No sirve para nada pensar, ni decir, ni escribir nada humano, no tiene sentido dar vueltas a buenas ideas dentro de la cabeza; para dos o tres hombres que hacen esto, hay día por día miles de periódicos, revistas, discursos, sesiones públicas y secretas, que aspiran a lo contrario y lo consiguen.
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¿En que año nació Marcel Proust?