Demian de Hermann Hesse
Cuando mi padre pronunció la acción de gracias y terminó con las palabras: "Tu espíritu esté con nosotros", un impulso me apartó de su comunidad. La gracia de Dios estaba con todos ellos pero no conmigo.
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Demian de Hermann Hesse
Cuando mi padre pronunció la acción de gracias y terminó con las palabras: "Tu espíritu esté con nosotros", un impulso me apartó de su comunidad. La gracia de Dios estaba con todos ellos pero no conmigo.
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Demian de Hermann Hesse
A mí mismo me dio en seguida miedo del nuevo sentimiento, y me hubiera tirado al suelo para besar a mi padre los pies y pedirle perdón. Pero no se puede pedir perdón por algo esencial; y eso lo siente y sabe un niño tan profundamente como un sabio.
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Demian de Hermann Hesse
Al mismo tiempo surgió en mí un extraño y nuevo sentimiento lleno de espinas. ¡Me sentía superior a mi padre!
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Demian de Hermann Hesse
Había jugado a ser hombre y héroe y ahora tenía que soportar las consecuencias
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Demian de Hermann Hesse
Mi pecado no era esto o aquello; mi pecado era haber dado la mano al diablo.
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Demian de Hermann Hesse
Cuando me dominaba la ira, me convertía en un ser terrible que hacía y decía cosas cuya maldad sentía profunda y ardientemente mientras las hacía y decía.
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Demian de Hermann Hesse
Sí, yo pertenecía al mundo claro y recto, era el hijo de mis padres; pero adondequiera que dirigiera la vista y el oído, siempre estaba allí lo otro, y también yo vivía en ese otro mundo aunque me resultara a menudo extraño y siniestro, aunque allí me asaltaran regularmente los remordimientos y el miedo.
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Demian de Hermann Hesse
En este mundo existían las líneas rectas y los caminos que conducen al futuro, el deber y la culpa, los remordimientos y la confesión, el perdón y los buenos propósitos, el amor y el respeto, la Biblia y la sabiduría. Había que mantenerse dentro de este mundo para que la vida fuera clara, limpia, bella y ordenada.
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Demian de Hermann Hesse
Pero cada uno de los hombres no es tan sólo él mismo; es también el punto único, particularismo, importante siempre y singular, en el que se cruzan los fenómenos del Mundo, sólo una vez de que modo y nunca más.
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Demian de Hermann Hesse
Los poetas cuando escriben novelas, suelen hacer como si fuesen Dios mismo y pudieran abarcar con su mirada toda una historia humana, comprenderla y exponerla como si Dios mismo la relatase, sin velo ninguno, revelando en todo momento su más íntima esencia.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
La lucha contra la muerte, querido Harry, es siempre una cosa hermosa, noble, digna y sublime; por tanto, también la lucha contra la guerra. Pero no deja de ser en todo caso una quijotada sin esperanza.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Las reflexiones sobre el orden práctico de las cosas, como filosofar es menos importante que alegrar el alma a la gente.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Es verdad, la vida siempre es terrible. Nosotros no tenemos la culpa y somos responsables, sin embargo. Se nace y ya es uno culpable.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Aquí debe decirse que es erróneo llamar suicidas sólo a las personas que se asesinan realmente. Entre éstas hay, sin embargo, muchas que se hacen suicidas en cierto modo por casualidad y de cuya esencia no forma parte el suicidismo.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Pero aún cuando no conozca ya el concepto del deber, conozco, sin embargo, el de la culpa; acaso son los dos la misma cosa. Por haberme traído al mundo una madre, ya soy culpable, ya estoy condenado a vivir, estoy obligado a pertenecer a un Estado, a ser soldado, a pagar impuestos para armamentos. Y ahora, en este momento, la culpa de vivir me ha llevado otra vez, como antaño en la guerra, a tener que matar. Y esta ocasión no mato con repugnancia, me he rendido a la culpa, no tengo nada en contra de que este mundo sobrecargado y necio salte en pedazos; yo ayudo con gusto, y con gusto sucumbo yo mismo a la vez.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Me tuvo el espejito delante de los ojos (se me ocurrió un verso infantil: "Espejito, espejito en mi mano"), y vi, algo esfumado y nebuloso, un retrato siniestro que se agitaba, trabajaba y fermentaba dentro de sí mismo: vi mi propia imagen, a Harry Haller, y dentro de este Harry, al lobo estepario, un lobo hermoso y farruco, pero con una mirada descarriada y temerosa, con los ojos brillantes, a ratos fiero y a ratos triste, y esta figura de lobo fluía en incesante movimiento por el interior de Harry, lo mismo que en un río un afluente de otro color enturbia y remueve, en lucha penosa, infiltrándose el uno en el otro, llenos de afán incumplido de concreción. Triste, triste me miraba el lobo deshecho, a medio conformar, con sus tímidos ojos hermosos.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Pero hoy, en esta bendita noche, irradiaba yo mismo, el lobo estepario Harry, esta sonrisa, nadaba yo mismo en esta felicidad honda, infantil, de fábula; respiraba yo mismo este dulce sueño y esta embriaguez de comunidad, de música y de ritmo, de vino y de placer sexual, cuyo elogio en la referencia de un baile dada por cualquier estudiante había escuchado yo tantas veces con un poco de soma y con aire de pobre suficiencia. Yo ya no era yo; mi personalidad se había disuelto en el torrente de la fiesta como la sal en el agua.
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Hermann Hesse
Aprendí ante todo que estos pequeños juguetes, objetos de moda y de lujo, no sólo son bagatelas y una invención de ambiciosos fabricantes y comerciantes, sino justificados, bellos, variados, un pequeño, o mejor dicho, un gran mundo de cosas, que todas tienen la única finalidad de servir al amor, refinar los sentidos, animar el mundo muerto que nos rodea, y dotarlo de un modo mágico de nuevos órganos amatorios, desde los polvos y el perfume hasta el zapato de baile, desde la sortija a la pitillera, todo era materia plástica del amor, de la magia, de la seducción; era mensajero, intermediario, arma y grito de combate.
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Hermann Hesse
Pero aquella noche fue cuando de nuevo por primera vez desde la época de mi derrota me miraba mi propia vida con los ojos inexorablemente radiantes, y volví a reconocer a la casualidad como destino y a las ruinas de mi vida como fragmento celestial. Mi alma respiraba de nuevo, mis ojos veían otra vez, y durante algunos instantes volví a presentir ardientemente que no tenía más que juntar el mundo disperso de imágenes, elevar a imagen el complejo de mi personalísima vida de lobo estepario, para penetrar a mi vez en el mundo de las figuras y ser inmortal, ¿no era éste, acaso, el fin hacia el cual toda mi vida humana significaba un impulso y un ensayo?
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¿En que año nació Marcel Proust?