El cerebro de Kennedy de Henning Mankell
Nada resulta más pernicioso para un hijo que darle aquello que debe ganar por sí mismo.
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El cerebro de Kennedy de Henning Mankell
Nada resulta más pernicioso para un hijo que darle aquello que debe ganar por sí mismo.
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El cerebro de Kennedy de Henning Mankell
Las cosas que nunca suceden son las peores que le pueden suceder a uno.
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El hombre sonriente de Henning Mankell
Vamos por la vida con un pie en un jardín de rosas y el otro en arenas movedizas, pensó Kurt.
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El hombre sonriente de Henning Mankell
Paciencia, habría dicho Rydberg. Cuando las piedras empiezan a rodar por una pendiente, es importante no empezar a correr tras ellas de inmediato. Quédate donde estás para mirarlas rodar y ver dónde se detienen.
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La leona blanca de Henning Mankell
¿Qué está ocurriendo en nuestro país?, se preguntaba Wallander. ¿A dónde han ido a parar los ladrones y estafadores de toda la vida? ¿De dónde procede toda esa violencia irracional?
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Los perros de Riga de Henning Mankell
Creer que solo se puede estar a favor o en contra de la libertad es un error, porque ésta tiene muchas caras.
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Asesinos sin rostro de Henning Mankell
La vida era un juego alternativo entre diferentes asuntos prácticos que esperaban tener una solución. .lo que había más allá eso era algo inevitable.
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Los perros de Riga de Henning Mankell
Pensó en la insoportable tortura que debía de suponer vivir en un permanente estado de temor.
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Los perros de Riga de Henning Mankell
Todavía le costaba asimilar que Alemania del Este había dejado de existir.
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Asesinos sin rostro de Henning Mankell
Vivimos como si sintiésemos nostalgia de un paraíso perdido (…) Como si echásemos de menos a los ladrones de coches y los reventadores de cajas fuertes de antaño, que se quitaban cortésmente la gorra cuando les arrestábamos. Pero ese tiempo ya pasó de forma irremediable y la cuestión es si era tan idílico como nos gusta recordar.
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Asesinos sin rostro de Henning Mankell
Envejecer es preocuparse. Los temores de la infancia vuelven cuando uno se hace mayor.
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El hombre de la dinamita de Henning Mankell
Cuando uno envejece, es fácil que sienta envidia de los jóvenes. Uno quiere vivir y participar de todo. Yo creo que mucha gente riñe a los jóvenes porque tiene envidia. Y hay que entenderlo. Es natural. Nadie quiere llegar a viejo y que lo aparquen, con los huesos doloridos y el corazón pendiente de un hilo en el pecho.
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El hombre de la dinamita de Henning Mankell
—¿Por qué demonios no explota? Norström pateaba furioso con el pie izquierdo. Se le había enredado en un ovillo de hilo de acero que habían dejado descuidadamente entre las piedras de la cantera. Pateaba y el hilo se le iba enroscando a la bota y le iba subiendo por la pierna. Habría podido agacharse fácilmente y, de un tirón, habría podido quitarse aquella maraña de hilo metálico del pie y de la pierna. Pero Norström no se agachó. Siguió pateando rabioso con el pie. Estaba sudando. La camisa gris de franela empapada en sudor, que llevaba abotonada hasta el último botón y que le cubría la barriga sobrealimentada, desprendía un olor ácido a piel sucia |
Botes d'aigua sueques de Henning Mankell
Decía que no había que tomarse la vida tan en serio, porque de todos modos nadie sobrevive a ella.
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Arenes movedisses de Henning Mankell
Epigrafe ¡No te avergüences de ser hombre, enorgullécete ! En tu interior se abre infinimente bóveda tras bóveda. Nunca estarás completo, y así es como debe ser. Tomas Tranströmer "Arcos románicos", Para vivos y muertos. |
Arenes movedisses de Henning Mankell
Este libro está dedicado, además, a la memoria del panadero Terentino Neo y su mujer, cuyo nombre nos conecemos. En un fresco de su casa de Pompeya pueden verse sus caras. Dos seres humanos en la plenitud de la vida. Se los ve serios y, al mismo tiempo, soñadores. Ella es muy hermosa, pero reservada. Él también da una impresión de timidez. Dos personas que parecen tomarse sus vidas muy en serio. Cuandos los sorprendido la erupción del volcán en el año 79, seguramente no tuvieron mucho tiempo para comprender qué estaba ocurriendo. Murieron allí, en la plenitud de sus vidas, sepultados en cenizas y lava ardiente. |
Gregorio Samsa es un ...