|
|
|
Burbujas de Gema Samaro
Siento que he nacido para llenar tu vida de burbujas, burbujas de felicidad.
|
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
La mujer inteligente tiene dos velas; si una se apaga la otra se queda
|
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
La Actualidad económica es siempre lo mismo desde que el hombre dejó de ser cazador-recolector: unos pocos especulan y el resto se fastidia.
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
Nueva York es el mejor lugar del mundo para pasar las Navidades, y Maksim es Maksim, y Pablo es Pablo.
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
No atesoro ninguna Navidad perfecta en mi memoria con la que torturarme las mañanas de Navidad ni las madrugadas de Nochevieja.
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
Mis Navidades siempre me han dejado un regusto agridulce en el corazón.
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
La Navidad es un factor depresógeno de primer orden cuando acumulas derrotas, pérdidas y desencantos, cuando sabes que la felicidad que algún día conociste no va volver ni disfrazada.
|
Navidad en Manhattan de Gema Samaro
Soy como los comerciantes y los hosteleros: cada Navidad supero mis expectativas.
|
Magia Inesperada de Gema Samaro
—¿Por qué juegas conmigo de esa forma, Olavarría? —preguntó, rígida, sin moverse del sitio, intentando fingir que tener los labios de ese hombre tan cerca de los suyos no le afectaba lo más mínimo. Andrés solo sabía que le gustaba estar cerca de ella, despeinarla, irritarla, provocarla, desquiciarla y besarla. ¡Se moría por besarla! Y la culpa la tenía su boca, demasiado dulce y jugosa, demasiado tentadora, sin duda era su boca la que le hacía actuar de esa forma con ella. —Es por tu boca, solo por tus labios… —respondió Andrés, con los labios casi pegados a los suyos. Lola se quedó sin respiración y, temblando, cerró los ojos un instante (…) |
Magia Inesperada de Gema Samaro
—¡Te detesto! ¡Déjame en paz! ¡Espero no volver a verte nunca! La joven abandonó la sala a toda prisa y Andrés rompió a reír con unas ganas que ni recordaba… |
Magia Inesperada de Gema Samaro
—El salón de actos está igual que cuando usted era estudiante, lo sé por las fotos que he visto… —Todo es igual… Y Andrés no logró decir nada más del nudo que tenía en la garganta. ¿Sería por la presencia de Lola Pastrana? ¡Ni que no hubiera visto una mujer en mil años! Además, él por su trabajo se relacionaba con cientos de mujeres, algunas tan atractivas o más que la maestra, y jamás se había sentido tan estúpido como en ese momento. No, se dijo a sí mismo, si se sentía de repente así, tan vulnerable y tan idiota, solo podía ser por pura nostalgia. |
Magia Inesperada de Gema Samaro
Andrés miró a la joven de arriba abajo y celebró no haber tenido una maestra así, cuando era niño, porque no habría llegado a nada en la vida. Andrés no podía dejar de pensar en que era imposible concentrarse con esa mujer delante. ¡Esas maestras tenían que estar prohibidas! Morena, de ojazos espectaculares, sonrisa perfecta, curvas por todas partes… y oliendo a primavera salvaje. Desde luego, si era cierto que tenía a tanto superdotado en clase, iba a malograrlos a todos...
|
Mientras te esperaba de Gema Samaro
—Este no se va a ir de tu casa y lo peor es que el dueño va a ir detrás… —auguró Vera, que de gatos y orcos sabía un rato. —¿Qué dices? —replicó Soraya frunciendo el ceño porque aquello parecía confabulación para que acabara liada con ese cretino—. ¡Eso no va a pasar en la vida! ¡Soy dueña de mi destino! ¡Llevo con mano firme las rindas de mi vida! ¡Y a Dios puse por testigo de que jamás volvería a liarme con un tío patético! |
Mientras te esperaba de Gema Samaro
(…) Pero reconocía que era una chica bonita, todo corazón que, aunque fuera pelirroja de bote y dulce como un membrillo de marca blanca repleto de conservantes, tenía algo que le atraía de una forma poderosa. Y no solo era su boca, que también, era ese encanto especial que hacía que no pudiera dejar de mirarla…
|
Mientras te esperaba de Gema Samaro
—Menos mal que Blas va a aparecer en cuestión de minutos y nos perderemos de vista para siempre —repuso Soraya, muy molesta por lo que acababa de decir ese tío que sí que era un papanatas. Y un cretino, y una ameba emocional, y un mezquino, y un miserable, y un necio, y un impresentable y… Soraya siguió adjetivando para sus adentros a su compañero de aventuras, mientras Eduardo pensaba en lo tiquismiquis que era esa chica a la que no se le podía decir nada. |
Mientras te esperaba de Gema Samaro
—Entonces, podemos estar tranquilos… Los dos estamos cerrados al amor, físicamente nos aborrecemos y de caracteres… —Detesto a los bordes —le aclaró Soraya, por si acaso tenía alguna duda. Y Eduardo tampoco tuvo ningún inconveniente en reconocer sus preferencias: —A mí me molan las tías bordes, amargadas y estiradas… Nada que ver contigo tan dulce, tan encantadora, tan empática, tan… —Tan pringada, ¡dilo abiertamente! ¡Sé lo que soy! |
¿Por que decidió irse al internado Miles?