Magia Inesperada de Gema Samaro
—¿Por qué juegas conmigo de esa forma, Olavarría? —preguntó, rígida, sin moverse del sitio, intentando fingir que tener los labios de ese hombre tan cerca de los suyos no le afectaba lo más mínimo. Andrés solo sabía que le gustaba estar cerca de ella, despeinarla, irritarla, provocarla, desquiciarla y besarla. ¡Se moría por besarla! Y la culpa la tenía su boca, demasiado dulce y jugosa, demasiado tentadora, sin duda era su boca la que le hacía actuar de esa forma con ella. —Es por tu boca, solo por tus labios… —respondió Andrés, con los labios casi pegados a los suyos. Lola se quedó sin respiración y, temblando, cerró los ojos un instante (…) |