Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Si quieres ser respetado por los demás, lo mejor es respetarte a ti mismo. Solo con eso, solo con el respeto propio obligarás a otros a que te respeten.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Si quieres ser respetado por los demás, lo mejor es respetarte a ti mismo. Solo con eso, solo con el respeto propio obligarás a otros a que te respeten.
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Fiódor Dostoyevski
El dolor y el sufrimiento son siempre inevitables para una gran inteligencia y un corazón profundo
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Una de las misteriosas leyes de la vida es que descubrimos sempre tarde sus auténticos y más esenciales valores: la juventud, cuando desaparece; la salud, tan pronto como nos abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.
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Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoyevski
En casa, principalmente me dedicaba a la lectura. Deseaba silenciar con las sensaciones externas todo cuanto hervía incesantemente en mi interior. Y entre éstas, la única posibilidad que me quedaba era la lectura. La lectura, claro está, me ayudaba mucho; me conmovía, me satisfacía y me atormentaba. Pero a veces, me aburría terriblemente. Pues a pesar de todo, me apetecía hacer cosas y no estarme quieto; entonces era cuando me sumergía en la perversión más oscura, subterránea y mezquina; mejor dicho, no se trataba exactamente de una perversión, sino de la ruindad más baja. Mis mezquinas pasiones eran agudas y ardientes a causa de mi eterna y enfermiza irritabilidad. Tenía arrebatos histéricos, con lágrimas y convulsiones incluidas. Nada me quedaba excepto la lectura; es decir, nada de cuanto me rodeaba, o hacia lo cual yo pudiera sentirme atraído, me infundía respeto. Por si fuera poco, me sobrevenía la melancolía; me arrebataba la sed de histéricas contradicciones y contrastes; llegando a este punto me entregaba al libertinaje. Pero no vayan ustedes a creer que digo todo esto para justificarme… ¡Bueno, no! ¡Sí, he mentido! Precisamente lo que pretendía era justificarme. Y esta observación, señores, es de uso personal. No deseo mentir. He dado mi palabra. En solitario, a escondidas, y por las noches, me entregaba a la depravación con temor, suciamente, y con una vergüenza que no me abandonaba ni en los minutos más repugnantes, en los que incluso llegaba a maldecirme a mí mismo. Por aquel entonces ya llevaba el subsuelo en el alma. Me aterrorizaba la idea de que algún conocido pudiera verme; que pudiera encontrarme con alguien y ser reconocido. En aquella época solía frecuentar lugares bastante lúgubres. En una ocasión, cuando por la noche pasaba junto a una pequeña taberna, vi a través de una ventana iluminada, cómo junto a la mesa de billar se peleaban unos señores, y cómo después, lanzaban a uno de ellos por la ventana. De ser otros tiempos, me habría sentido muy mal; pero en aquel momento me sorprendió que incluso llegara a envidiar al caballero que lanzaron por la ventana; hasta tal punto le envidié, que entré en la taberna, y me dirigí a la sala de billar: «A ver si me peleo, pensé, y después, también me lanzan por la ventana». + Leer más |
Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Para conocer a una persona, hay que verla y observarla atentamente durante mucho tiempo, so pena de dejarte llevar de prejuicios y cometer errores que después no se reparan fácilmente.
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Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoyevski
¿Qué me importa la opinión de la gente, si desde el primero hasta el último son más viles que yo?
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Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoyevski
Enamorarse no significa amar. Es posible enamorarse incluso odiando.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Todo está en los detalles... Esos pequeños detalles que lo echan siempre todo a perder.
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Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoyevski
"El mundo le dice al pobre: ¿tienes necesidades?...¡satisfácelas! ¡tus derechos son iguales a los de los ricos!...Pero el satisfacer las propias necesidades es lo mismo que multiplicarlas, puesto que de un deseo satisfecho nace otro nuevo deseo. He ahí la libertad tal cual la entiende el siglo"..
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
La mentira es el único privilegio del hombre sobre todos los demás animales.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
En la pobreza uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia nadie puede conservar nada noble.
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Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoyevski
≪¡Déjenos solos y sin libros, y al momento nos extraviaremos, nos perderemos, no sabremos qué hacer, ni dónde dirigirnos; qué amar y qué odiar, qué respetar y qué despreciar. Nos pesa ser hombres, hombres auténticos, de carne y hueso. […] Hemos nacido muertos […]. Pronto inventaremos la manera de nacer de las ideas.
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El jugador de Fiódor Dostoyevski
Los crupieres comenzaron a acariciar esperanzas: en efecto una jugadora tan excéntrica parecía prometer algo inusitado. Una anciana setentona, baldada de las piernas y deseosa de jugar no era cosa de todos los días.
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Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoyevski
Soy un enfermo. Soy un malvado. Soy un hombre desagradable. Creo que padezco del hígado. Pero no sé absolutamente nada de mi enfermedad. Ni siquiera puedo decir con certeza dónde me duele
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Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoyevski
Una conciencia demasiado clarividente es (se lo aseguro a ustedes) una enfermedad, una verdadera enfermedad.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
3.3 "... Todos estamos a menudo medio locos, con la única diferencia de que los enfermos están un poco más "locos" que nosotros, porque hay que saber distinguir el límite. Realmente, no hay casi ningún hombre equilibrado por completo; es posible encontrar a uno entre decenas, y quizá entre centenares de millares, y en este caso, en forma de ejemplar muy débil..."
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Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoyevski
Pienso que si el diablo no existe y que, por consiguiente, lo creó el hombre, lo hizo a su imagen y semejanza.
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Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoyevski
En la mayoría de los casos la gente, incluso los malvados, son mucho más ingenuos y simples de lo que nos figuramos.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
¿Para qué vivir? ¿A qué aspirar? ¿Por qué esforzarse? ¿Vivir para existir? Pero mil veces ya antes había estado él dispuesto a dar su vida por una idea, por una ilusión, hasta por un sueño. La simple existencia, siempre había significado poca cosa para él; siempre anheló más
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