Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
La primereros (los obedientes) conservan el mundo y lo multiplican matemáticamente, los segundos (los superiores) lo mueven y lo conducen a su fin.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
La primereros (los obedientes) conservan el mundo y lo multiplican matemáticamente, los segundos (los superiores) lo mueven y lo conducen a su fin.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Divide ustes a los hombres en "ordinarios" y "extraordinarios". Los hombres vulgares deben vivir en la obediencia y no tienen derecho a infringir las leyes, por el hecho mismo de ser vulgares. Pero los extraordinarios tienen derecho a cometer toda suerte de crímenes y a infringir de todas las maneras las leyes...
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
El crimen es una protesta contra la anormalidad del régimen social
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
¡Oh, y qué caracteres tan ruines! ¡Aman como si odiasen! ... ¡Oh, y cómo uo ... los odio a todos ellos!
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
A veces, por lo demás, no es nada hipocondríaco, sino sencillamente frío y de una sensibilidad que raya en antihumana; así, ni más ni menos, como si alternasen en él dos caracteres encontrados que por turno se manifestasen. A veces, es terriblemente taciturno. Para nada tiene tiempo, todo el mundo le estorba, y él se está tendido, sin hacer cosa alguna.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Sonia se detuvo en el rellano, junto a la misma puerta, pero no traspasó el umbral, y desde allí miraba como una demente, sin darse cuenta, al parecer, de nada, olvidada incluso de su traje de colorines, comprado de cuarta mano, de seda, indecorosa en tal lugar, y con una cola ridícula, y de la enorme crinolina, que cogía todo el hueco de la puerta, y de sus botines de color, de su sombrillita, innecesaria de noche, pero que llevaba consigo, y de su grotesco sombrerillo de paua, con una brillante pluma del color de fuego.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
¡Qué raro es usted! De fijo que aún sigue enfermo. Hizo usted mal en salir.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
¡La cosa es vivir, vivir, vivir! ¡Vivir, sea como fuere, pero vivir! ... ¡Qué verdad tan grande! ¡Señor, qué verdad! ¡El hombre es cobarde!... Y cobarde quien por eso le llama cobarde
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Pero cierta abstracción? Algo asi como hasta ensimismamiento, empezó luego a apoderarse de él; a ratos parecía olvidarse de todo, o, mejor dicho, se llvidaba de lo principal, para fijarse solo en nimiedades.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
¿No quedaría borrado un solo crimen, insignificante, con millares de buenas acciones? ... ¡Por una vida ..., mil vidas salvadas de la miseria y la ruina! Una muerte, y cien vidas, en cambio
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Ni en las reuniones generales, ni en las discusiones, ni en los recreos, no en cosa alguna tomaba él parte. Estudiaba con ahínco, sin dolorse de sí mismo, y por esto lo respetaban, pero sin profesarle afecto. Era muy pobre, en extremo poseído de orgullo, y nada comunicativo; no parecía sino que ocultaba algún misterio.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Sepa usted, señor, que a mí esos golpes no sólo no me causan dolor, sino que hasta suelen producirme placer... Porque sin ellos no podría yo pasarme. Es lo mejor. Que me dé una buena tunda, que se le desahogue el alma.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Me alegro, porque en su imaginación ella se considera en cierto modo feliz en otro tiempo...
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
En la pobreza conserva usted todavía la nobleza de sus sentimientos innatos; en la miseria ni hay ni ha habido nadie nunca que los conserve
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
La primera palabra que le habían dirigido volvió súbitamente a experimentar su habitual sentimiento hostil e irritado ante toda comunicación con gente extraña que tocase o mostrase deseos de tocarle a su personalidad.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
Un sentimiento de repulsión infinita, que había empezado a agobiar y mortificar su corazón desde el momento en que se dirigió a ver a la vieja, alcanzaba ahora tales proporciones y tan a las claras se revelaba, que no sabía díbde refugiarse huyendo de si tristeza.
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Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski
En realidad, no le temía a la patrona, por mucho que pudiese maquinar contra él. Pero detenerse en la escalera, escuchar todos los dislates de aquella mujer, ofensivamente absurda, que a él no le interesaban lo más mínimo; todas aquellas sandeces referentes al pago, aquellas sandeces referentes al pago, aquellas amenazas y lamentaciones y, además de todo eso, tener que parlamentar, disculparse, mentir ...
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Los demonios de Fiódor Dostoyevski
Nunca antes ha recibido la estupidez tan triunfal galardón a pesar de haberlo merecido muy a menudo.
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El jugador de Fiódor Dostoyevski
¿Por qué necesito dinero?, me pregunta usted. ¡Qué pregunta! ¡Porque el dinero lo es todo!
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