El jardín del Edén de Ernest Hemingway
Cuando algo está bien escrito, no puedes recordarlo. Cada vez que lo relees te parece una grande e increíble sorpresa. No puedes creer que lo hayas escrito tú. Cuando lo has hecho bien, no puedes repetirlo. Solo lo puedes hacer una vez y solo se te permite un número determinado en toda la vida. —¿Un número de qué? —De historias buenas. —Pero puedes recordarlas. Es preciso. —Yo no, ni tú, ni nadie. Se desvanecen. Una vez se han escrito bien, se desvanecen.
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