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El quinto hijo de Doris Lessing
No podemos elegir lo que nos saldrá en la lotería... y eso es tener un hijo. Por suerte o por desgracia, no podemos elegir
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Calificación promedio: 5 (sobre 51 calificaciones)
/La escritora británica Doris Lessing fue galardonada en 2007 con el Premio Nobel de Literatura por su obra impregnada de reminiscencias africanas, feminismo y compromiso político.
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El quinto hijo de Doris Lessing
No podemos elegir lo que nos saldrá en la lotería... y eso es tener un hijo. Por suerte o por desgracia, no podemos elegir
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El último verano de Mrs. Brown de Doris Lessing
Es imposible que una mujer con dos dedos de frente no sepa que llegada la madurez, en pleno uso de sus facultades mentales y energías, está destinada a convertirse en ese fenómeno tan documentado y estudiado: la mujer con hijos mayores, sin ocupaciones suficientes, que debe desviar sus energías de los hijos a objetivos menos vulnerables para beneficio de todos, de ella y de los suyos.
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Las cárceles que elegimos de Doris Lessing
[“Yo paso bastante tiempo pensando en lo que opinarán de nosotros quienes vengas después; no es un interés ocioso sino un intento deliberado por ejercitar la capacidad de ese otro ojo con el que podemos juzgarnos a nosotros mismos. Todo el que lea un poco de historia sabe que las convicciones apasionadas y poderosas de un siglo suelen parecer extraordinariamente absurdas al siglo siguiente; no hay época histórica que nos parezca igual a como debió parecerle a quienes vivieron en ella. Lo que vivimos, en cualquier época, es el efecto que sobre nosotros ejercen las emociones de las masas y las condiciones sociales, de las que es casi imposible separarse. A menudo las emociones de la masa parecen las más nobles, mejores y más bellas. Sin embargo, en un año, en cinco años, en una década, en cinco décadas, la gente se preguntará: ‘¿Cómo pudieron creer eso?’, porque habrán ocurrido acontecimientos que arrojarán dichas emociones de las masas al basurero de la historia.”]
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Cuentos europeos de Doris Lessing
Hasta entonces no la había conocido de verdad. La encantadora niña pequeña se había desvanecido y en su lugar vio a una mujer joven, recelosa y curtida por derrotas u fracasos que él nunca se había detenido a valorar. Se dio cuenta de que la tristeza que se escondía tras aquellos ojos negros no era en absoluto impersonal. Se dio cuenta del primer brillo gris en sus cabellos lisos, se dio cuenta de que la amplia curva de su mejilla era la flacidez de la mediana edad. Se horrorizó de su propio egoísmo. Ahora, pensó, podría conocerla realmente y, como respuesta, ella empezaría a amarla.
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Las cárceles que elegimos de Doris Lessing
"Como educadores, deben ustedes tener en cuenta que la atención es una de sus armas pedagógicas más poderosas. La atención es lo que alimentará y nutrirá a sus alumnos"
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Cuentos europeos de Doris Lessing
Bajo las costillas, su corazón, resentido, macerado y dolorido, era una monstruosa zona de compasión enemistada con con todo lo que había sido.
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Cuentos europeos de Doris Lessing
No podía entenderse a sí misma, y no tardó en decidir acostarse para perderse en el sueño. Soñó con un camión que había matado a su madre. Soñó también con una enorme máquina negra que movía, implacable, sus grandes brazos hacia delante y hacia atrás, hacia delante y hacia atrás, de un modo que a Rosie le resultaba amenazador.
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Cuentos europeos de Doris Lessing
Le acercó una taza y se sentaron en silencio. Él la contemplaba con curiosidad. Había algo en ella que disparaba su imaginación. Allí sentada había una pequeña figura indómita, que lo observaba todo con sus ojos cansados y tristes, bajo las ruinas de su hogar, como una especie de niña extraviada.
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Cuentos europeos de Doris Lessing
El piso estaba insoportablemente vacío, y volvió a salir y paseó por el canal durante horas para cansarse un poco, y debía de soplar un viento más frío de lo que le pareció, pues al día siguiente se despertó con un inconfundible dolor en el pecho que nada tenía que ver con su corazón roto.
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Cuentos europeos de Doris Lessing
Porque mientras estaba ahí, sentado, su corazón de viejo verde le decía que las palabras perfectas, el tono adecuado, tenían que existir, y que sólo debía encontrarlas. Pero cualquier cosa que decía ponía al descubierto esa voz de viejo perro sin esperanza.
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¿Cuál es el desayuno favorito de Eleven?