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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
...podía imaginárselo nadando en el agua con sus purpurinas aletas pectorales desplegadas como alas y la gran cola erecta tajando la tiniebla.
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En nuestro tiempo de Ernest Hemingway
Lo omití basándome en mi teoría de que se puede omitir cualquier cosa si se sabe qué omitir y que la parte omitida refuerza la historia y hace al lector sentir algo más de lo que ha comprendido».
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En nuestro tiempo de Ernest Hemingway
—¿Cuesta morir, papá? —No, creo que es bastante fácil, Nick. Todo depende. |
En nuestro tiempo de Ernest Hemingway
[...] papá prefiere que tome solamente de las botellas que están abiertas. —Claro —dijo Nick. —Dice que lo que transforma a la gente en borrachos es el abrir botellas —explicó. |
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Las Nieves del kilimanjaro de Ernest Hemingway
El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve...su nombre es, en masái Casa de Dios.
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
No puedo hacer nada con él, y él no puede hacer nada conmigo - pensó -. Al menos mientras siga este juego.
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
—Pero el hombre no está hecho para la derrota— dijo—. Al hombre se le puede destruir, pero no derrotar.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Las cuestiones de elegancia eran memeces de ricos. Nosotros comíamos bien y barato, y bebíamos bien y barato, y juntos dormíamos bien y con calor, y nos queríamos.
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
"¿Y qué es lo que te ha derrotado, viejo? Nada. Me alejé demasiado."
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
"Pero el hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado."
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
"Me pregunto si tendrá algún plan o si estará, como yo, en la desesperación."
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Podía elegir entre varias calles para bajar por la tarde hasta el jardín del Luxemburgo, y paseaba por el jardín y entraba en el museo del Luxemburgo, donde estaban las grandes pinturas que luego trasladaron al Louvre y al Jeu de Paume. Iba casi cada día por los Cézanne, y por ver los cuadros de Manet y Monet y los demás impresionistas con los que tuve un primer contacto en el Art Institute de Chicago.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
al son de su flauta, y la mujer que vivía en el piso encima del nuestro bajaba a la calle con un gran jarro. El cabrero escogía una de sus cabras negras, de ubres pesadas, y la ordeñaba en el jarro, mientras el perro arrimaba las demás cabras a la acera. Las cabras miraban a su alrededor, torciendo el cuello como turistas en un panorama nuevo
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Sentía la soledad de muerte que llega al cabo de cada día de la vida que uno ha desperdiciado.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Su cara de muchacho no se sabía si iba para guapa o se quedaba en graciosa.
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¿Quién escribió la saga?