París era una fiesta de Ernest Hemingway
Su cara de muchacho no se sabía si iba para guapa o se quedaba en graciosa.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Su cara de muchacho no se sabía si iba para guapa o se quedaba en graciosa.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de una mariposa. Hubo un tiempo en el que él no se entendía a sí mismo como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado. Más tarde tomo conciencia de sus vulnerabilidades alas y de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar, pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Dicen que las simientes de todo lo que hacemos esta en todos nosotros, pero a mí me parece que en los que bromean con la vida las simientes están cubiertas con mejor tierra y abono.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Pero entonces ya había descubierto que todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe. Pero si se trata de algo malo, el vacío va llenándose por sí solo. Mientras que el vacío de algo bueno solo puede llenarse descubriendo algo mejor.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Pero Paris era una muy vieja ciudad y nosotros éramos jóvenes, y allí nada era sencillo, ni siquiera el ser pobre, ni el dinero ganado de pronto, ni la luz de la luna, ni el bien ni el mal, ni la respiración de una persona tendida a mi lado bajo la luz de la luna.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
A la persona que trabaja y que encuentra satisfacción en su trabajo, la pobreza no le preocupa. Los que sufren son los otros.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Cuando llegaba la primavera, incluso si era una primavera falsa, la única cuestión era encontrar el lugar donde uno pudiera ser feliz. Si estábamos solos, ningún día podría estropeársenos, y bastaba esquivar toda cita para que cada día se abriera sin límite. Solo la gente ponía límites a la felicidad, salvo las poquísimas personas que eran tan buenas como la misma primavera.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Te he visto, monada, y ya que eres mía, por más que esperes a quien quieras y aunque nunca vuelva a verte, pensé. Eres mía y todo Paris es mío y yo soy de este cuaderno y este lápiz.
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Eres mía y todo París es mío y yo soy de este cuaderno y de este lápiz
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París era una fiesta de Ernest Hemingway
Hasta ahora has escrito y seguirás escribiendo. Lo único que tienes que hacer es escribir una frase verídica. Escribe una frase tan verídica como sepas
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Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway
—Es usted muy dura para ser mujer —le dijo. —No —dijo Pilar—; soy tan sencilla que parezco muy complicada. ¿Tú no eres complicado, inglés? |
Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway
Estás ahora muy lejos de lo que sentías en la Sierra, en Carabanchel y en Usera. Te dejas corromper fácilmente. Pero ¿es corrupción o sencillamente que has perdido la ingenuidad de tus comienzos? ¿No ocurrirá lo mismo en todos los terrenos? ¿Quién conserva en sus tareas esa virginidad mental con la que los jóvenes médicos, los jóvenes sacerdotes y los jóvenes soldados comienzan por lo común a trabajar?
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Adiós a las armas de Ernest Hemingway
"Uno piensa, uno lee. No somos campesinos. Somos mecánicos. Pero ni los campesinos son lo bastantes torpes para creer en la guerra."
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
Pero es bueno que no tengamos que tratar de matar el sol o la luna o las estrellas. Basta con vivir del mar y matar a nuestros verdaderos hermanos.
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El viejo y el mar de Ernest Hemingway
Miró por sobre el mar y se dio cuenta de cuan solo se encontraba.
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Gregorio Samsa es un ...