La chica salvaje de Delia Owens
Ella miró un instante por encima del hombro de él y luego a sus ojos. Eran un abismo que ella conocía en toda su profundidad.
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La chica salvaje de Delia Owens
Ella miró un instante por encima del hombro de él y luego a sus ojos. Eran un abismo que ella conocía en toda su profundidad.
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La chica salvaje de Delia Owens
Y en todos esos mundos de la biología, buscaba una explicación de por qué una madre abandona a sus crías.
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La chica salvaje de Delia Owens
—¿Ahora soy tu novia? —preguntó ella. Él sonrió. —¿Quieres serlo? —Sí. —Puede que seas demasiado joven. —Pero sé de plumas. Apuesto a que las demás chicas no saben de plumas. —Muy bien. Y volvió a besarla. Esta vez ella inclinó la cabeza a un lado y relajó los labios. Y, por primera vez en su vida, sintió el corazón pleno. |
La chica salvaje de Delia Owens
Porque lo que tampoco le confesó era lo que sentía por ella, una mezcla entre el dulce amor por una hermana perdida y el amor abrasador por una chica. Ni él mismo conseguía dilucidarlo del todo, pero nunca había sentido nada tan poderoso, la fuerza de emociones tan dolorosas como placenteras.
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La chica salvaje de Delia Owens
—¿Recuerdas, cuando leíste tu primera frase, que dijiste que algunas palabras tenían mucho contenido? —dijo un día Tate, sentado en la orilla del riachuelo. —Sí, me acuerdo. ¿Por qué? —Pues que eso pasa sobre todo en los poemas. Las palabras de los poemas sirven para algo más que decir cosas. Agitan las emociones. Hasta hacen reír. |
La chica salvaje de Delia Owens
Una parte de ella ansiaba tocarle la mano; era un deseo extraño, sus dedos se negaban. En vez de eso, memorizaba las venas azuladas del interior de su muñeca, tan intrincadas como las que asoman en las alas de una avispa.
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La chica salvaje de Delia Owens
—Sabes leer, Kya. Ya no habrá un tiempo en que no sepas leer. —No es solo eso —murmuró ella, casi en un susurro—. Es que no sabía que las palabras pudieran contener tanto. No sabía que una frase pudiera estar tan llena. Él sonrió. —Es una buena frase. No todas las palabras tienen tanto contenido. |
La chica salvaje de Delia Owens
Kya no recordaba cómo se rezaba. ¿Lo importante era cómo poner las manos o lo fuerte que cerrabas los ojos?
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La chica salvaje de Delia Owens
Su padre le había dicho muchas veces que un hombre de verdad es aquel que llora sin vergüenza, lee poesía con el corazón, siente la ópera en el alma y hace lo que haga falta para defender a una mujer.
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La chica salvaje de Delia Owens
—No creas que la poesía es para maricas —siguió diciendo Scupper—. Hay muchos poemas de amor muy ñoños, sí, pero también los hay graciosos, y muchos sobre la naturaleza, incluso sobre la guerra. Están para hacerte sentir algo.
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La chica salvaje de Delia Owens
Cuando el hombre se ve acorralado, desesperado o aislado, recurre al instinto de supervivencia. Rápidos y justos, los genes triunfantes se transmiten de una generación a otra con más frecuencia que los genes amables. No es cuestión de moral, sino de matemáticas. Las palomas luchan entre ellas tan a menudo como los halcones.
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La chica salvaje de Delia Owens
La naturaleza la había cuidado, enseñado y protegido cuando nadie lo había hecho.
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La chica salvaje de Delia Owens
¿Excluimos a la señorita Clark porque era diferente, o era diferente porque la excluimos?
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La chica salvaje de Delia Owens
Sacó la brújula (...). Dejó que la aguja señalara al norte y observó cómo se estabilizaba. Se la puso sobre el corazón. ¿Dónde iba a necesitar una brújula más que en ese sitio?
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La chica salvaje de Delia Owens
Afrontémoslo, hay veces en que el amor no sale bien. Pero incluso cuando es un fracaso,te conecta con otros, y, al final,eso es lo único que te queda:las conexiones.
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La chica salvaje de Delia Owens
Y, como las fantasías vienen y van con facilidad, luego ella caminó hasta un tronco cubierto de musgo y se sentó. Él se unió en silencio. Quiso decir algo para que dejase de pensar en mamá , pero no encontró las palabras , y miraron en silencio la navegante sombra de los zapateros. Kya regresó a los escalones del porche y esperó un largo rato, pero no lloró al contemplar el final del camino. Su rostro permaneció inmóvil , sus labios eran una fina línea bajo unos ojos escrutadores . Mamá no volvió ese día.
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La chica salvaje de Delia Owens
La naturaleza parecía ser la única piedra que no se llevaría la corriente.
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La chica salvaje de Delia Owens
¿Por qué debía ser el herido, el que aún sangra, quien carga con la responsabilidad del perdón?.
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¿En que trabaja Kote?