La chica salvaje de Delia Owens
Y, como las fantasías vienen y van con facilidad, luego ella caminó hasta un tronco cubierto de musgo y se sentó. Él se unió en silencio. Quiso decir algo para que dejase de pensar en mamá , pero no encontró las palabras , y miraron en silencio la navegante sombra de los zapateros. Kya regresó a los escalones del porche y esperó un largo rato, pero no lloró al contemplar el final del camino. Su rostro permaneció inmóvil , sus labios eran una fina línea bajo unos ojos escrutadores . Mamá no volvió ese día.
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