Madrid 1987 de David Trueba
Miguel: No digas esas cosas tan poéticas, coño, que me contagias. Y luego me sale un artículo lírico, de domingo. De esos que le sacan la lagrimita a las viudas.
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Madrid 1987 de David Trueba
Miguel: No digas esas cosas tan poéticas, coño, que me contagias. Y luego me sale un artículo lírico, de domingo. De esos que le sacan la lagrimita a las viudas.
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Saber perder de David Trueba
El deseo trabaja como el viento. Sin esfuerzo aparente. Si encuentra las velas extendidas nos arrastrará a velocidad de vértigo. Si las puertas y contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de las grietas o ranuras que le permitan filtrarse. El deseo asociado a un objeto de deseo nos condena a él. Pero hay otra forma de deseo, abstracta, desconcertante, que nos envuelve como un estado de ánimo. Anuncia que estamos listos para el deseo y sólo nos queda esperar, desplegadas las velas, que sople su viento. Es el deseo de desear.
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El río baja sucio de David Trueba
"Cuando te separas físicamente de las personas, terminas por separarte del todo"
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El río baja sucio de David Trueba
El artículo trata sobre la importancia emocional de los paisajes en relación a las personas. Un paisaje, decía, posee la fuerza evocativa inmediata de la mejor canción, pero contiene al mismo tiempo la magnitud de un árbol genealógico de toda la raza humana.
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Saber perder de David Trueba
El deseo trabaja como el viento. Sin esfuerzo aparente. Si encuentra las velas extendidas nos arrastrará a la velocidad de vértigo. Si las puertas y contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de las grietas o ranuras que le permitan filtrarse. El deseo asociado a un objeto de deseo nos condena a él. Pero hay otra forma de deseo, abstracta, desconcertante, que nos envuelve como un estado de ánimo. Anuncia que estamos listos para el deseo y sólo nos queda esperar, desplegadas las velas, que sople su viento. Es el deseo de desear.
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Queridos niños de David Trueba
Pues claro que nos habíamos hecho malos, es en lo que consiste la campaña. Entra una doncella y sale una bruja. Y esa era la razón inconfesable por la que me habías ido a buscar para enrolarme y tenerme a tu costado.
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Saber perder de David Trueba
Se sentó con cierta desolación en el borde de la bañera y estudió su cuerpo desnudo. La vejez era una derrota difícil de tolerar. Un asco. La piel blanquecina trémula de frío. Los pechos fláccidos, perdido el vello. Las manchas en la piel, las manos artríticas. Las piernas huesudas como de enfermo, las pantorrillas, los antebrazos destensados, como si se hubieran soltado los cables que sostienen la piel tirante. Se acordó de esos cuadros que ha despreciado toda la vida, donde Dalí pinta el paso del tiempo como una viscosa materia que se derrite.
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Saber perder de David Trueba
Había leído por primera vez en su vida por el gusto de seguir una historia, de involucrarse en lo ajeno. Había vencido esa ansiedad que en otros intentos por leer siempre la arrastraba hacia sus propias preocupaciones.
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Queridos niños de David Trueba
Cuando la política decidió imitar a la narrativa, se encadenó sin saberlo a lo que sostiene todo relato, la creación de un conflicto. Sin esa presencia del opuesto, del enemigo, no hay cuento y hoy ya no hay campaña electoral.
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Queridos niños de David Trueba
Aprendí a retener las emociones, a observar lo propio y lo ajeno desde una distancia profiláctica. En aquel momento no era consciente de lo que hacía. Luego sí. Luego lo he sabido. La deriva del mundo y sus tragedias me son indiferentes. Somos una especie condenada, es inútil luchar contra la fatalidad. Me separé de todo y logré esta ataraxia en la que vivo.
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Queridos niños de David Trueba
Estoy convencido de que si Dios existe y se presentara a las elecciones lo haría sin éxito. Porque mis queridos niños saben que nadie es lo suficientemente perfecto para mandarles a ellos. Así que fracasar es el destino de una campaña, pero fracasar poco, fracasar despacio, fracasar con tiento. Y, sobre todo, que los demás rivales fracasen más ampliamente que tú.
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Queridos niños de David Trueba
Muchos consideran la soledad una anomalía, pero ya te dije que para mí la anomalía era lo contrario. El ser humano es un animal indefenso, que precisa del entorno para su protección y su crianza. La soledad es el triunfo de la madurez. [...] Despreciar esa orfandad significa no querer explorar los confines de la existencia.
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Queridos niños de David Trueba
En un país en el que la pregunta permanente es qué pasará mañana, no se puede vivir. La historia es un inmenso esfuerzo para no dar solución a nada. La felicidad es ni más ni menos que quedarse dormido con esas ideas bailando en la cabeza.
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Queridos niños de David Trueba
La democracia actual es una superstición. Los ciudadanos creen en la magia. Por eso están todo el día cabreados, porque no les funciona el encantamiento.
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Queridos niños de David Trueba
Es lo que necesita nuestro tiempo, recuperar otro tiempo. Hemos convertido el presente en algo de lo que huir a toda prisa, aunque sea hacia el pasado.
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Queridos niños de David Trueba
La izquierda -dijo- es necesaria en el poder en momentos puntuales. La reconversión, la crisis, la protesta necesitan de su gobierno para ser aplacadas. El resto del tiempo, España es un país conservador y de orden, orgulloso de su hogareña paz callada. Si perdemos las elecciones es por culpa nuestra o porque alguien en la izquierda es tan inteligente que se convierte en una derecha más pragmática. Hay que ser burros para no aprovechar la ventaja que nos concede este país.
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Queridos niños de David Trueba
A mí me encantan esos paisajes afrentosos, ese escupitajo en el ojo de las esperanzas del siglo XXI, porque esconden un corazón y en su calle desapacible se cría la gente que dominará el futuro.
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Queridos niños de David Trueba
La política, me confesaste uno de los primeros días tras conocernos, es como la maternidad, si lo piensas no lo haces.
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¿En qué año se publicó?