Memento mori de César Pérez Gellida
El ser humano es capaz de todo, solamente deben darse las circunstancias adecuadas.
|
Memento mori de César Pérez Gellida
El ser humano es capaz de todo, solamente deben darse las circunstancias adecuadas.
|
La suerte del enano de César Pérez Gellida
Relativizar las consecuencias no disminuye la responsabilidad de quien toma las decisiones…
|
La suerte del enano de César Pérez Gellida
... lo que ocurre es siempre consecuencia de. Tiene un origen, un porqué, y, por ende, si alguien es capaz de mantenerse ajeno al sometimiento del albedrío, logra detectar las oportunidades que se le presentan y, sobre todo, las aprovecha, entonces las circunstancias se quedan en eso: en meras circunstancias.
|
Todo lo peor de César Pérez Gellida
Johannes siempre decía que la mejor forma de esconder algo era dejarlo a la vista. Por otra parte, era tan sencillo como entender que en casa se comía siempre del mismo plato pero fuera no existían restricciones culinarias siempre y cuando no afectaran a nuestros estómagos. |
Todo lo peor de César Pérez Gellida
“Cuando la vida quiere ser cruel, no hay mayor crueldad que vivir”
|
Todo lo peor de César Pérez Gellida
“Todo lo peor es lo mejor cuando a uno deja de importarle de qué lado está”
|
Kodiak de César Pérez Gellida
Tenía usted toda la razón del mundo cuando decía que conocer los hábitos y costumbres de las personas es lo mismo que conocer sus debilidades.
|
Memento mori de César Pérez Gellida
Yo no soy nadie para juzgar o absolver, pero es un hecho y me sirve para quitarme los prejuicios del pensamiento que no hacen mas que limitar las capacidades del ser humano
|
|
Memento mori de César Pérez Gellida
Planificacion, paciencia y procedimiento, las tres “pes” eso era infalible
|
|
Todo lo mejor de César Pérez Gellida
La vida es cruel, incluso cuando se disfraza de benevolencia y nos consiente cumplir nuestros sueños
|
Khimera de César Pérez Gellida
Avanzaban pegados a la pared de la izquierda cuando creyeron escuchar un rumor que parecía ir ganando en intensidad y que venía en dirección opuesta a la suya. Se pararon para verificar la procedencia. El murmullo no tardó en convertirse en griterío justo antes de ser interrumpido por el inconfundible sonido de los disparos y estallidos intermitentes. El mercenario se fijó en que los fogonazos eran todavía tenues.
|
Khimera de César Pérez Gellida
Se cumplía el primer año de contienda y, aunque la sombra de la guerra ya alcanzaba casi toda la superficie de la Tierra, bien podría hablarse de cinco grandes focos de actividad bélica.
|
|
Konets de César Pérez Gellida
Tengo que volver a concentrarme en mi tarea, pero una estridente carcajada desvía de nuevo mi atención. Se ha fabricado en la garganta del mercenario senegalés, el topo que nos ha colado la Asamblea y que ha conseguido introducir el malware que ha abierto las puertas de Lukomorie a los centinelas.
|
Cuchillo de palo de César Pérez Gellida
A esas alturas, colgado por los pies de la viga maestra, maniatado y amordazado, tenía la certeza de que iba a morir. Las únicas incógnitas que le faltaban por despejar eran cuándo y, sobre todo, cómo. |
Dies irae de César Pérez Gellida
Sancho había llegado, como de costumbre, con algunos minutos de antelación y se había sentado en una mesa frente a un gran ventanal del que se descolgaban dos grandes cortinones de un rojo corinto. Desde allí, podía contemplar la magnífica postal de aquella singular plaza abierta al mar, la más grande de Europa. En aquel lugar de dorada atmósfera costumbrista, se mezclaban los olores a café intenso, a cuero centenario y a madera de alto linaje.
|
Dies irae de César Pérez Gellida
Como relataban los psiquiatras en su informe, los primeros días de esos soldados, realmente los primeros días para cualquiera que se encuentra en las turbulencias de una guerra, suceden entre el miedo y el pánico por lo que ocurre alrededor.
|
Consummatum est de César Pérez Gellida
No merece la pena morir. No así. No después de todo. Le gustaría pedir clemencia, pero sabe que sería inútil. Ahora, percibe el olor de su propio sudor, pero ya nada importa.
|
¿Quién escribió la saga?