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Pequeñas heridas mortales de Belén Gopegui
La época en que se nace y se vive también tiene su propio sentido común.
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Calificación promedio: 5 (sobre 40 calificaciones)
/29/05/2023. Leer Iberoamérica Lee es un seminario profesional desde donde hacer una lectura crítica, compartir espacios, experiencias, prioridades, así como generar un laboratorio de ideas en cooperación, en el marco representativo y movilizador de la Feria del Libro de Madrid 2023. Su quinta edición, que girará en torno al tema Territorios de las palabras, tendrá lugar los días 29 y 30 de mayo de 2023 en Casa de América. 15:10 16:30. Palabras que vuelan: - Gonzalo Baz, escritor y editor (Uruguay). - Lorena Salazar, escritora (Colombia). - Federico Falco, escritor (Argentina). Coordina: Cristóbal Sánchez-Blesa, subdirector general de Programas y Centros de la Fundación Montemadrid y Presidente de Solidarios para el Desarrollo (España). 16:30 17:30. Palabras que hieren: - Belén Gopegui, escritora y guionista de cine (España). - Neide Almeida, escritora, investigadora, socióloga y gestora cultural (Brasil). Coordina: Violeta Gil, poeta y fundadora de la compañía teatral La Tristura (España). 17:30 18:00. Palabras indómitas: Coordina: Pep Olona, organizador del Festival POETAS (España). Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España (CC BY-NC-ND 3.0 ES)
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Pequeñas heridas mortales de Belén Gopegui
La época en que se nace y se vive también tiene su propio sentido común.
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Ella pisó la Luna: Ellas pisaron la Luna de Belén Gopegui
Se trata de que las palabras nos ayuden a ver lo que hay en lo que hay, cuando eso sigue siendo, todavía, menos visible.
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Existiríamos el mar de Belén Gopegui
Jara se levanta en el pequeño altillo que ha alquilado en Calatayud. Estuvo a punto de hacerse trampa cuando le tocó ese destino. No conocía el lugar, nunca había estado antes pero comprendió que, de alguna manera, había imaginado un sitio en la costa, tal vez, pensaba, porque el mar consuela nuestros esfuerzos y crea la sensación, aunque sea superficial, de que al fin se ha llegado, como si pudiera poner una firma debajo de las cosas.
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Existiríamos el mar de Belén Gopegui
El impulso de la justicia avanza y retrocede, pierde fuerza; aunque no se extingue, puede ser derribado y entonces ha de pasar el tiempo hasta que se res-tablece y se levanta. No es perfecto, pertenece a este mundo y reúne también los ciclos inexactos, la sequía, lluvias torrenciales, la expresión de quien no acepta y canta mientras aprende junto con otras: no soy hoja que el viento lleve por donde quiera, si quieres detenerme tendrás que golpear. Como no hay dos sin tres, junto con la chapuza vital y la justicia, la voz percibe la llamada de lo lejano.
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Existiríamos el mar de Belén Gopegui
Las mesas y sillas de las terrazas están apiladas, se sienta en un banco, observa que los contornos de algunas fachadas no son rectos, se amoldan como cuerpos de personas para sostenerse una en la otra; según les contó Camelia, se debe a la permeabilización que el río causa en sus cimientos. La comparación es inevitable, Hugo la piensa y luego la niega: ellos no pueden ser como esas casas. Ni pueden pedir a Jara que vuelva para que no se desmorone el resto de la fila, ni pueden pensar que Jara sin ellos se desmoronará. Las personas también se sostienen unas a otras en la distancia, y a veces viven en tiempos diferentes aunque estén juntas, y otras en el mismo tiempo aunque estén lejos.
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Existiríamos el mar de Belén Gopegui
Apresuran el paso, Hugo se pone a silbar y Camelia tararea. Piensa en lo que le ha dicho Hugo; le gustaba la filosofía pero tenía tantas ganas de irse de casa, y no porque estuviera especialmente mal con su familia, quería respirar, quería vivir a su aire. Tal vez se equivocó eligiendo estudiar psicología y abandonando la carrera después. Nunca se ha arrepentido. Solo ahora, al oír a Hugo, ha pensado que algún día le gustaría volver a estudiar, no para terminar la carrera ni para tener un título. Le gustaría estudiar, quizá más literatura que filosofía, como cuando aprende a reconocer los pájaros.
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Lo real de Belén Gopegui
Cristina había vuelto a incorporarse: -Supongo que tengo prisa porque lo veo posible. ¿No te pasa a veces con una gripe o con una visita pesada, con miles de cosas que las estás sobrellevando con paciencia hasta que la visita dice: «Bueno, me voy, se hace tarde», o te levantas una mañana creyendo que ya estás bien. Y entonces la visita no se va, se queda veinte minutos que se te hacen insufribles; y a mediodía compruebas que tienes bastante fiebre todavía. Hasta ese momento te habías resignado a aguantar, pero des de que piensas que va a acabarse, todo se te hace mucho más largo. |
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Existiríamos el mar de Belén Gopegui
La voz y la intensidad suben ahora al borde del tejado del hostal, allí se sientan, con sus piernas ficticias colgando. En lugar de echar a suertes su papel en la historia, la voz expone su caso. Algunas historias, dice, requieren no transitar por los límites de lo insoportable y lo extraordinario. En los momentos ordinarios, la chapuza vital, el impulso de la justicia y la lla-mada de lo lejano encuentran un peso tal vez equivalente.
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Existiríamos el mar de Belén Gopegui
Lena creyó que investigar en un laboratorio sería emocionante, que la promesa de descubrir algo, de hacer avanzar la ciencia y la lucha contra la enfermedad la colmaría. Cuando eligió sus estudios tenía un modelo, Jonas Salk, el que donó la vacuna de la polio a la humanidad, y ante la pregunta de por qué no la había patentado, contestó: ¿Acaso se puede patentar el sol?
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Lo real de Belén Gopegui
Le alegró que llegara el momento de volver a Madrid, al menos la obligación de estudiar introducía un poco de horizonte.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises