Existiríamos el mar de Belén Gopegui
Apresuran el paso, Hugo se pone a silbar y Camelia tararea. Piensa en lo que le ha dicho Hugo; le gustaba la filosofía pero tenía tantas ganas de irse de casa, y no porque estuviera especialmente mal con su familia, quería respirar, quería vivir a su aire. Tal vez se equivocó eligiendo estudiar psicología y abandonando la carrera después. Nunca se ha arrepentido. Solo ahora, al oír a Hugo, ha pensado que algún día le gustaría volver a estudiar, no para terminar la carrera ni para tener un título. Le gustaría estudiar, quizá más literatura que filosofía, como cuando aprende a reconocer los pájaros.
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