El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“Los maridos son iguales en todas partes. Desde el momento en que estudiéis al individuo en un país cualquiera, conocéis la raza”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“Los maridos son iguales en todas partes. Desde el momento en que estudiéis al individuo en un país cualquiera, conocéis la raza”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“El número era formidable, y, sin embargo, todos aquellos hombres, por poderosos y terribles que fuesen, le habían hecho sonreírse más de una vez como se sonríe el viajero que desde la elevada cumbre de la montaña mira sus pies los agudos picachos, los caminos impracticables y los bordes de los precipicios, junto a los cuales ha tenido que caminar largo tiempo para llegar a ella”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“-Lo sé, señora-respondió el conde-; pero estamos en Francia y no en Arabia, y en Francia ni se parten el pan y la sal, no hay amistades eternas”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“El conde, fuese prestigio ficticio, fuese prestigio natural, llamaba la atención en todas partes donde se hallaba; no era su frac negro, sencillo y sin condecoraciones; no era su chaleco blanco sin ningún bordado; no era su pantalón, de cuyo botín salía un pie de la forma más delicada, lo que llamaba la atención; eran, si, su blanca tez, sus cabellos negros y rizados ligeramente, su rostro sereno y puro, sus ojos profundos y melancólicos, en fin, su boca dibujada con una delicadeza maravillosa, y que sabía tomar tan fácilmente la expresión del mayor desdén, lo que hacía fijar en el todas las miradas. Podía haber hombre más apuesto; pero seguramente no los habría más significativos (permítasenos esta expresión); todo en el conde quería decir algo y tenía su valor; porque la costumbre del pensamiento útil había dado a sus facciones, a la expresión de su rostro, y a sus gestos insignificantes, una flexibilidad y una firmeza incomparables” |
El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“A una querida se le puede dejar cuando uno quiere; ¡Pero a una esposa, demonio!”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“Cada hombre tiene su pasión, lo mismo que cada fruta su gusano”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“-Cuán buena sois en todo, y poseéis lo que la señorita Danglars no tendrá jamás; ese encanto indefinible que es en la mujer lo que el perfume en la flor, lo que el sabor en la fruta; porque no todo en una flor es el ser bonita, ni una fruta el ser hermosa”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“Porque al hablarle yo del hombre que no puedo amar, pensaba en el que amo”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“-Es una dicha-dijo-, que tales sustancias no puedan ser preparadas más que por químicos, si no la mitad del mundo envenenaría a la otra mitad”
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
“Cuando pienso en vos, hierve mi sangre, mi pecho se levanta y no puedo reprimir los latidos de mi corazón. Pero esta fuerza, este ardor, este poder sobrehumano los emplearé únicamente en amaros hasta el día en que me digáis que los emplee en servicio vuestro”
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Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Digo que el amor es una lotería en la que el que gana, gana la muerte. Sois muy afortunado por haber perdido, creedme, mi querido D'Artagnan. Y si tengo algún consejo que daros, es perder siempre.
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
Sólo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida.
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El tulipán negro de Alejandro Dumas
El infortunado Cornelio Baerle, olvidado de todos en el calabozo de la fortaleza de Loewestein, sufría los peores tratos de su carcelero, convertido en verdugo suyo
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
No hay felicidad o infelicidad en este mundo; solo hay comparación de un estado con otro.
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Don Juan de Marana de Alejandro Dumas
Una lágrima de arrepentimiento que cae de los ojos del culpable basta para apagar un lago de fuego
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Don Juan de Marana de Alejandro Dumas
Satán permite que, por una hora, sus fantasmas pueblen la noche, y que esta sombra permanente se llene de alegría y ruido |
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Don Juan de Marana de Alejandro Dumas
Don Juan me dejó por otra mujer; esperé a su nueva amante y la golpeé. Mi crimen y mi muerte son de Don Juan.
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Don Juan de Marana de Alejandro Dumas
Has pasado en mis noches como yo pasé en las tuyas; y, si iluminé tu sueño, tú quemaste el mío
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Lolita...