El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
Solo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
Solo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida
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El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
La alegría causa a veces un efecto extraño; oprime al corazón casi tanto como le dolor.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Sí, lo repito libre, después de haberlo dicho cautivo: sin el menor delito se pasan seis meses en la Bastilla. Cuando se me pregunta si volveré a Francia alguna vez, yo respondo: Seguramente, cuando la Bastilla sea convertida en un paseo público. ¡Dios lo quiera!
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Haga que caiga en el cadalso la cabeza de un Rohan, señora; no será la primera vez que la Bastilla haya visto este espectáculo. Pero ya que tales son sus intenciones le declaro que nada me importaría el patíbulo si he de verla en esto marcada con el estigma de los ladrones y falsarios.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Estaba persuadida de que el alboroto del escándalo de Versalles cubriría su delito hasta tal punto, que aunque ella, la condesa de La Motte fuera condenada, la sentencia heriría a la reina a los ojos de todo el mundo.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Téngale envidia a estas reinas, dueñas de los bienes, el honor y la vida de todos! Ellas son reinas y poseen el oro y la sangre de los pueblos, pero el corazón, ¡jamás!, ¡jamás! Del corazón no puede apropiarse nadie; es preciso que se entregue.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Andrea, el retiro que ha escogido, es un asilo contra las malas pasiones del mundo. Dios nos enseña en él la dulzura, la moderación, el olvido de las injurias, virtud de la que Él es el más puro modelo. Al venir aquí, ¿debo encontrarme con una hermana de Jesucristo o con una frente severa y palabras amargas como la hiel?
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
¡Quiero que el que yo amo en la sombra, el que para mí es una nube, un retrato, un recuerdo, jamás me ofenda, siempre me sonría y no lo haga sino a mí!
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Bebía a grandes sorbos el irremediable dolor de la ausencia voluntaria, ese suplicio sólo conocido por las almas fuertes, que es a la vez una tortura y un placer. Por sus angustias se parece a todos los dolores vulgares. Conduce a una voluptuosidad que sólo pueden sentir los que saben inmolar la felicidad al orgullo.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
¿De quién fiarse? ¿Quién era realmente amiga de la reina? ¿La señora de Lamballe? Pensó en al incomprensión de sus damas de honor, indecisas y temblorosas al solo soplo de la desgracia.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
En esto, efectivamente, surgía otra dificultad. El nombre de Andrea lo había salvado todo ante el rey. Per ¿quién podía responder de este espíritu caprichoso, independiente, voluntarioso que se llamaba señorita de Taverney? ¿Quién podía contar con que esta orgullosa persona enajenaría su libertad, su porvenir en provecho de una reina a la que pocos días antes había dejado como una enemiga?
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Aniquilar el instrumento cuando no puede servir más, es el sistema de todos los intrigantes; sólo que muchos fracasan en ese punto porque le hacen gemir, lo que traiciona su secreto, o lo destruyen en forma incompleta, lo que permite que otros lo utilicen a su vez.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
La reina se dejó caer extenuada sobre su sillón, exclamando: - ¡Oh, Francia! ¡País de nobles corazones! |
Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Mi querido señor de Taverney, deje a los humanos ser imperfectos, no exija a las familias reales que sean las menos imperfectas de las clases humanas; sea tolerante o, mejor dicho, no sea egoísta.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Casta de hierro, corazón de acero el de los Taverney. Su hermana y usted son personas terribles, amigos a los que un terminar por odiar.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Alegre, ligera, prendida del brazo del hombre más feliz que Dios había bendecido hasta entonces ...
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
¡Dios mío! envíame una idea que me salve. Yo no quiero que él me desprecie. ¡Oh Dios mío!
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Mañana será el último día de mi vida, o seré un cobarde y demostraré que no he amado nunca.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
Nada se parece tanto a un hombre enamorado como un conspirador. Los dos utilizan capa, ambos tienen el mismo oído susceptible y la misma incertidumbre en el caminar.
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Le collier de la reine de Alejandro Dumas
La joven, enervada, se confesaba a sí misma que todo en su pasado había sido decepción, error, que contra lo que sostenía el moralista: "la virtud produce la felicidad", era la felicidad lo que conducía indefectiblemente a la virtud.
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Lolita...