Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Mi padre vivió veinte años bajo la amenaza de un enemigo mucho más temible, y no murió. Soy de una sangre favorecida por Dios
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Mi padre vivió veinte años bajo la amenaza de un enemigo mucho más temible, y no murió. Soy de una sangre favorecida por Dios
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Ese acento altivo que le caracterizaba, y que incluso en la conversación ordinaria daba un tono desafiante a lo que decía
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Ese tono que afectáis, esos modales que adoptáis son los de un jesuita armado con un azote y no los de un gentilhombre
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
- ¿No es importante ver las cosas claramente? - No, cuando más cosas que se ven nos pueden volver locos |
Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Los gentilhombres de Francia servimos a nuestros reyes sacrificándoles nuestras pasiones al igual que nuestra fortuna y nuestra vida; y cuando, por casualidad, el demonio nos sugiere uno de esos malos pensamientos que incendian el corazón, apagamos esa llama, aunque sea con nuestra sangre. De este modo salvamos tres honores a la vez: el de nuestro país, el de nuestro señor y el nuestro
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
A Dios gracias, los franceses, a quienes se tacha de ligeros, indiscretos y desconsiderados, saben aplicar un juicio recto y una sana moral al examen de las cuestiones de alta conveniencia
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
No soy de una sangre cuya vivacidad se deje reprimir, mientras que vos, por el contrario, sois de una raza cuyas pasiones inspiran desconfianza a los buenos franceses
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
En un rincón del gabinete, recostado sobre unos cojines, estaba el caballero de Lorena, que acaban de hacerse rodar sus largos cabellos rubios, con los que jugueteaba como lo hubiera hecho una mujer
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Colbert, salvo por lo que respecta a la grandeza personal y la grandeza de corazón, se parecía en muchos aspectos a Fouquet. Tenía la misma penetración, el mismo conocimiento de los hombres y, además, esa gran fuerza de contracción que da a los hipócritas el tiempo necesario para reflexionar y recogerse para tensarse
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
- Pero, ¿y los accidentes? - Ni hay accidentes para él. - ¿Y su me faltan caballos? - Correrá más que los caballos - ¡Qué hombre, Dios mío! |
Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Y entonces ejecutaste tu solo, hombre maravilloso, lo que querías proponernos que ejecutáramos entre los cuatro
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
¡Quemar a esos pobres diablos que sólo han sido condenados a la horca es algo infame!
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Solo se es verdaderamente generoso y bueno cuando los ojos se han endurecido y el corazón se ha mantenido sensible
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Eres tan joven, tan confiado, tan leal... Las mujeres son inconstantes
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Nadie se lleva sus bienes y su grandeza a la tumba. De aquí resulta que los jóvenes cosechan los frutos de la fecunda mies preparada por los viejos
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
¡Rey de nombre y no de hecho! ¡Fantasma! ¡No eres sino un vano fantasma! Estatua inerte que no tiene más poder que el de provocar el saludo de los cortesanos
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Con todo es increíble que siempre haya visto caer la lluvia de la prosperidad sobre todos los que me rodean, sin que nunca me haga alcanzado ni una sola gota. ¡Sería para arrancarse los cabellos si uno fuera envidioso, palabra de honor!
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
¿De qué sirve acometer hazañas, realizar revoluciones, intentar grabar el nombre de uno en la piedra o en el bronce con fuerte espada? Hay algo más rebelde, más duro y más olvidadizo que el hierro, el bronce y la piedra
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Se hablar a los reyes en la desgracia, y solo me hablan cuando son desgraciados; una vez afortunados, ya no me miran
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Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2 de Alejandro Dumas
Quiere que yo, un hombre con sentido común, vaya a convertirme desinteresadamente en esclavo de una criatura que es inferior a mí en capacidad militar, en política y en dignidad?
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