Detrás de la máscara de Adriana Rubens
La sociedad inglesa tenía fama de caritativa, pero las buenas obras no siempre son lo que parecen, y menos cuando van teñidas de una moral rígida y puritana.
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Detrás de la máscara de Adriana Rubens
La sociedad inglesa tenía fama de caritativa, pero las buenas obras no siempre son lo que parecen, y menos cuando van teñidas de una moral rígida y puritana.
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Detrás de la máscara de Adriana Rubens
Se sentía furioso. Estaba acostumbrado a dar órdenes que todos se apresuraban a cumplir, pero aquella terca mujer no paraba de decir que no a todo cuanto él le proponía. Al marqués de Dunmore nunca se le llevaba la contraria.
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Detrás de la máscara de Adriana Rubens
—¿Me lo prohíbes? —inquirió indignada—. Te recuerdo que no tienes ningún derecho a prohibirme nada. —Te recuerdo que soy tu prometido y, como tal, tengo todo el derecho de... |
Detrás de la máscara de Adriana Rubens
—Escúchame bien, asno estirado y presuntuoso. Puede que no sea perfecta, pero tengo corazón y soy fiel a lo que siento. Creo que luchar por lo correcto es más importante que vivir guardando las apariencias, y al diablo quien critique eso —espetó, acercándose a él para clavarle el dedo en el pecho—. Si piensas tan mal de mí, ya puedes salir por esa puerta y no volver a verme nunca más. Dedícate a buscar una muñequita perfecta que bese el suelo que pisas. Pero eres tonto si crees que otra mujer te podría amar tanto como yo. Así que...
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Detrás de la máscara de Adriana Rubens
—A veces, las personas no son lo que aparentan —musitó la mujer con los ojos entrecerrados—. Y las circunstancias, en muchas ocasiones, ponen a gente honrada en situaciones difíciles. Pero es algo que el todopoderoso marqués de Dunmore nunca podría entender, puesto que el mundo entero se postra a sus pies y él siempre consigue lo que desea.
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Detrás de la máscara de Adriana Rubens
—¿Me estás diciendo que eres la prometida del todopoderoso marqués de Dunmore? —inquirió, emitiendo un silbido—. Tu tía dijo que habías pescado un pez gordo, pero eso es como pescar una ballena —exclamó asombrado—. Un momento, ¿no dijiste que el compromiso estaba roto? —Está roto —confirmó Kathy con un nudo en la garganta—. Solo que él todavía no lo sabe. |
Detrás de la máscara de Adriana Rubens
El Jardín Secreto había conseguido elevar el erotismo al grado de arte.
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Detrás de la máscara de Adriana Rubens
—Escucha, Kathleen, este internado es uno de los más exclusivos de Inglaterra —manifestó con frialdad—. Vas a codearte con las hijas de la flor y nata de la sociedad inglesa, y no creo que te beneficie en nada que se sepa que eres una rata de alcantarilla que viene de Whitechapel.
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Detrás de tu mirada de Adriana Rubens
—No soy un héroe Sammy. —También aseguras que no eres un caballero —señaló ella teniendo sus labios con el dedo—. Entonces ¿qué eres Connor? —inquirió mirándolo a los ojos —Soy tuyo. |
Detrás de tu mirada de Adriana Rubens
—Es una muchacha excepcional. Connor asintió en silencio. —Está fuera de tu alcance, ¿lo sabes? Él lo sabía, aun así… —No la mereces —sentenció el duque, mirándolo con dureza—. Es demasiado buena para ti. Nunca podrás tenerla. Aquellas tres frases concisas habían aplastado cualquier esperanza que Connor pudiera tener porque, en su fuero interno, sabía que eran ciertas. Desde entonces había intentado mantener una actitud estrictamente profesional con la muchacha, por mucho que le costase. |
Detrás de tu mirada de Adriana Rubens
—Teniendo en cuenta tu situación, te convendría ser más obediente —gruñó, irguiéndose amenazante ante ella. —Nunca se me ha dado bien recibir órdenes. |
Detrás de tu mirada de Adriana Rubens
—Lo que me temía. Es usted la mujer más hermosa que he visto en mi vida —consiguió decir cuando recuperó la voz, adoptando una expresión de desencanto—. ¡Qué decepción! Acaba de perder todo el atractivo que despertaba en mí —mintió, satisfecho al ver que su sonrisa era sustituida por una mirada ofendida—. Pero no desespere, seguro que cualquier caballero de clase alta estaría encantado de tenerla por esposa… hasta que lo mate de aburrimiento en su cama —añadió con fingido desdén, mientras le volvía a poner la máscara en su sitio.
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Detrás de tu mirada de Adriana Rubens
—No tienes escapatoria —susurró Connor con voz ronca. Sus palabras detuvieron a la mujer al instante. Ella alzó el mentón, orgullosa, y avanzó el paso que había retrocedido. —¿Quién ha dicho que quiera escapar? |
Detrás de tu mirada de Adriana Rubens
-¿Y te parece poco? No lo entiendes -afirmó Connor, al ver su mirada de incomprensión-, ¿Cuántas mujeres cnoces de tu entorno que tendrían el valor para ir a la casa de un hombre como yo a tratar de seducirle? Ninguna -respondió él mismo, acercándola a él.- Tu cuerpo es muy deseable, Samantha, pero tu coraje... Eso es lo que te hace irresistible. Ese valor que te impulsa a luchar por lo que deseas, por lo que crees, sin importante incumplir las normas. No tienes más que ser tú misma para seducirme por completo-añadió, justo antes de besarla.
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Mi nombre es pecado de Adriana Rubens
—Sin, necesito que me hagas un favor. Aquellas siete palabras cambiaron mi vida para siempre. |
Mi nombre es pecado de Adriana Rubens
—Lo has vuelto a hacer —musitó. —¿El qué? —pregunté, confusa. —Resistirte. No me suele pasar —declaró, mirándome con intensidad—. Tampoco me suelen contradecir, y mucho menos ponerme en mi sitio —añadió con una mueca—. Son pocos los que se atreven, por mucho que lo merezca de vez en cuando. |
Mi nombre es pecado de Adriana Rubens
—¿No eres fan de Christian Grey? —preguntó Noah, mirándome divertido. —Vaquero, como me zurres el culo te dejo sin dientes. |
Mi nombre es pecado de Adriana Rubens
—¿Crees en el amor a primera vista? —le oí susurrar en mi oído, y supe que la locura era compartida. —Como punto de partida sí… pero no asegura un final feliz —contesté, con la misma seriedad con la que él lo había preguntado—. En mi opinión, el amor a primera vista no es más que un comienzo, la atracción, la emoción y la pasión que calienta la sangre y te hace sentir que vuelas por el cielo. Pero lo importante es el día a día: la dedicación, el compromiso y la constancia que le ofreces a la otra persona, para mantener viva la llama del principio —expliqué sincera. |
La tentación de Adán de Adriana Rubens
—No es una persona sin carácter —convino Luis—. Es una persona muy reprimida, tal y como eras tú cuando te conocí: una bomba de relojería que con el estímulo adecuado puede estallar —advirtió. —Lo sé. Y he decidido ayudarla como tú me ayudaste a mí. —¿Así que vas a picarla hasta que explote? —Ese es el plan —reveló, con un guiño. |
La tentación de Adán de Adriana Rubens
—Eso es ridículo. ¿Por qué se tendría que esconder? —¡Qué sé yo! —gruñó Adán—. Esa chica es más rara que un perro verde. Eso dolió, sobre todo porque era cierto. Sí que se escondía. Pero no solo de ellos, lo hacía del mundo en general. Por primera vez tenía cierta libertad, podía volar, pero no sabía cómo empezar a hacerlo. Debía reconocer que estaba perdida. |
Gregorio Samsa es un ...