En Sandaili, una mujer ha ido a practicar un rito de fertilidad. Pero a las pocas horas aparece su cuerpo mutilado y vaciado, un brutal crimen que comienza a asolar la localidad de Oñati. Además, recuerda a las figuras de los apóstoles que representó Oteiza. La Unidad de Homicidios de Impacto tendrá que investigar y adentrarse en las vidas del pueblo para dar con el culpable.
Se trata del tercer libro de la serie. El autor nos sumerge en un pueblo bastante tradicional, apartado, con unos habitantes que tienen mucho que esconder. Rodeado de montañas y colinas, con unos caminos difíciles de recorrer. La ambientación es el punto fuerte de las novelas del autor, es capaz de trasladarnos allí. He podido recorrer los pastos con las ovejas, oír a las abejas, probar su miel y quesos. En este caso, está contextualizada en la época de pandemia, confinamientos y restricciones por lo que es más fácil sentirte identificada con ciertas situaciones.
Los personajes están muy bien construidos, Ane me encanta, sigue con sus impulsos. Julia coge bastante protagonismo en esta novela, es clave para descubrir al culpable y la vemos sufrir alejada del mar. Tenemos capítulos del culpable alternados con la trama principal, de esta forma vamos conociendo las causas que lo llevaron a cometer esos crímenes y sus justificaciones. Pero aún así, me ha llevado a dudar de todos y me ha sorprendido mucho el final.
Una historia en la que tenemos mucha tradición (como la del rito de fertilidad), religión, venganza, secretos, odio,... Rescata además el personaje de la serora, una mujer que dedicaba su vida a cuidar de la ermita y lo que ocurría allí, ha sido muy curioso.
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