El olor de la guayaba de Gabriel García Márquez
Yo diría que el machismo, tanto en los hombres como en las mujeres, no es más que la usurpación del derecho ajeno.
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El olor de la guayaba de Gabriel García Márquez
Yo diría que el machismo, tanto en los hombres como en las mujeres, no es más que la usurpación del derecho ajeno.
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El olor de la guayaba de Gabriel García Márquez
Una novela es una representación cifrada de la realidad, una especie de adivinanza del mundo.
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El olor de la guayaba de Gabriel García Márquez
He llegado a conocerla tanto que ya no tengo la menor idea de cómo es en realidad.
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Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez
"¡Dios mío - se dijo asombrada - es como si todo se estuviera muriendo conmigo!".
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Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez
"Desde hace siglos - concluyo el cura - los italianos tomaron conciencia de que no hay más que una vida, y tratan de vivirla lo mejor que pueden. Eso los ha hecho calculadores y volubles, pero también los ha curado de la crueldad".
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Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez
"Un buen escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por lo que publica". Es cierto que no rompí los borradores y las notas, pero hice algo peor: los eché al olvido.
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El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez
“En adelanto van estos lugares: ya tienen su diosa coronada”
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla."
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Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez
"Siempre había pensado que dejar de creer causaba una cicatriz imborrable en el lugar en el que estuvo la fe y que impedía olvidarla." "Le dijo que el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa." "Ella le preguntó por esos días si era verdad, como decían las canciones, que el amor lo podía todo. "Es verdad", le contestó él, "pero harás bien en no creerlo"." "Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serlo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella." |
Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez
Aun las monjas más rígidas escapaban de la clausura después del toque de queda, y se iban en grupos de dos o tres para hablar con Sierva María. Ella las recibió con uñas, pero pronto aprendió a manejarlas según el humor de cada quien y de cada noche. Una pretensión frecuente era que les sirviera de estafeta con el diablo para pedirle favores imposibles Sierva María imitaba voces de ultratumba, voces de degollados, voces de engendros satánicos, y muchas se creyeron sus picardías y las sentaron como ciertas en las actas.
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Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez
No tengo que decirlo, porque se me distingue a leguas: soy feo, tímido y anacrónico. Pero a fuerza de no querer serlo he venido a simular todo lo contrario.
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El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez
«Desde que hay censura los periódicos no hablan sino de Europa», dijo. «Lo mejor será que los europeos se vengan para acá y que nosotros nos vayamos para Europa. Así sabrá todo el mundo lo que pasa en su respectivo país.»
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Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez
Nos enseñó mucho más de lo que debíamos aprender, pero nos enseñó sobre todo que ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
No supo en qué momento empezó a flotar. Vio a sus amigos y a las mujeres navegando en una reverberación radiante, sin peso ni volumen, diciendo palabras que no salían de sus labios y haciendo señales misteriosas que no correspondían a sus gestos.
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
aquella mujer cuya risa explosiva espantaba a las palomas, no tenía nada que ver con el poder invisible que lo enseñaba a respirar hacia dentro y a controlar los golpes del corazón, y le había permitido entender por qué los hombres le tienen miedo a la muerte.
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
En un instante descubrió los arañazos, los verdugones, las mataduras, las úlceras y cicatrices que había dejado en ella más de medio siglo de vida cotidiana, y comprobó que esos estragos no suscitaban en él ni siquiera un sentimiento de piedad. Hizo entonces un último esfuerzo para buscar en su corazón el sitio donde se le habían podrido los afectos, y no pudo encontrarlo.
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
el sol salió con tanta fuerza que la claridad crujió como un balandro.
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
le preguntaba a Dios, sin miedo, si de verdad creía que la gente estaba hecha de fierro para soportar tantas penas y mortificaciones; y preguntando y preguntando iba atizando su propia ofuscación, y sentía unos irreprimibles deseos de soltarse a despotricar como un forastero, y de permitirse por fin un instante de rebeldía, el instante tantas veces anhelado y tantas veces aplazado de meterse la resignación por el fundamento, y cagarse de una vez en todo, y sacarse del corazón los infinitos montones de malas palabras que había tenido que atragantarse en todo un siglo de conformidad. —¡Carajo! —gritó.
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
el mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas.
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